Escrito por Dayana García Roldán
Las Tunas.-A la juventud suele dársele créditos como la mejor parte de la vida, el momento para hacer, un estado privilegiado de la persona. A veces pasa por alto el significado de ser joven, en unas circunstancias que no fueron elegidas y aun así hay que cumplir con el rol de cada uno.
Entonces, ser joven resulta algo más que una etapa y se vuelve una responsabilidad.
Dentro de cualquier marco social le corresponde igual misión: ser gestores del progreso para conquistar un mejor futuro.
Para la población cubana cuya tendencia va hacia el envejecimiento, fortalecer los lazos entre sus generaciones debe considerarse prioridad.
En el Día Internacional de la Juventud se celebra; pero también tienen que alzarse los triunfos, oportunidades y la manera en que los mayores cultivan el camino por donde transitará el relevo.
La valía de la provincia de Las Tunas se evidencia dentro y fuera de sus fronteras y precisamente quienes firman ese mérito, apenas comienzan su paso por el mundo.
Da igual si se trata de deporte, educación, cultura o la medicina, este terruño siempre posee un joven que confirma su grandeza.
Nunca será demasiado cuando el objetivo es reconocer el esfuerzo que se esconde detrás de un sueño. Así lo ratifica el estudiante que, hace poco, le regaló una medalla a su gente, tras competir en un certamen internacional donde es protagonista su pasión: la Química.
Asimismo, fue un tunero de 21 años quien obtuvo la segunda mejor marca de velocistas en el país y pudo colarse en semifinales de la cita olímpica. Al seguir por la misma ruta deportiva, llega el recuerdo de un jonrón proveniente de brazos inexpertos, que le atribuyeron el tricampeonato a los Leñadores.
Por otro lado, sobresale la pionera del Hogar de Niños sin Amparo Familiar, en Puerto Padre, que llevó consigo la presencia de sus compañeros hasta el encuentro de Pueblos Amigos del Mundo, desarrollado en la capital.
Los hombros que cargan una bata blanca también se suman a la gran lista que representa el porvenir. Solo se necesita visitar los centros de salud para ver rostros recién salidos del “horno”, los cuales se enfrentan a millones de carencias para ofrecer lo mejor de sí, en beneficio de los demás.
El talento artístico, por su parte, abarca en su mayoría sonrisas juveniles. Niños y adolescentes que a diario defienden sus raíces campesinas, cubanas. Basta con asistir a una Cucalambeana, ya sea en los municipios o la cabecera provincial, para ser testigos de cómo se mantienen las tradiciones a través de los pequeños.
A los jóvenes hay que defenderlos y también dejarlos ser quien sueñan. Nadie tiene más grande desafío que ellos, pues cargan con la promesa de cambiar las cosas, de ser guías en su tiempo y vanguardia de quienes le siguen.
Es la juventud la portadora de lo revolucionario.
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