Las Tunas.-Durante la Jornada de intervenciones urbanas que recientemente acogió la capital tunera bajo el nombre de La Pupila Archivada fui testigo de algo que pudiera llamar un momento mágico. Sucedió en plena calle, en el propio centro de la ciudad, desafiando el tránsito y atrayendo las miradas curiosas.
Los atrevidos jóvenes de la Asociación Hermanos Saíz idearon la sesión de fotos de un artista mientras tocaba su violonchelo sentado en una silla, justo en el paso peatonal en la intersección de la Casa Azul, el Banco, Las Copas y el Parque Vicente García. Estaba descalzo, completo e impecablemente vestido de blanco. Diríamos un hombre pulcro, fino, elegante. Desde el peculiar escenario interpretaba sus piezas musicales y los espectadores casuales pasaban, escuchaban, aplaudían y seguían su andar.
Llamó la atención que uno del público permanecía en cada ejecución y se acercaba al intérprete de la obra evidentemente conmovido. Era un hombre de los que llamamos deambulantes, para evitar otros calificativos peyorativos. Tenía sus ropas raídas, zapatos rotos… un aspecto desaliñado. Su conducta siempre fue respetuosa y pasiva frente a algunos extraños facultosos que nada tenían que ver con la presentación y trataban de sacarlo de escena para favorecer una toma fotográfica ideal.
Por momentos el sonido de las cuerdas se interrumpía por el reclamo justo de la mayoría de dejarlo allí, en su derecho de disfrutar y dejarse envolver por el hechizo de la música. Quizás por ese breve lapso se sintió digno de poseer y apreciar un valioso tesoro. Tal vez el chelista con la presencia de aquel ángel disfrazado reafirmó el poder de sensibilizar corazones, de estremecer el alma de los buenos, sin distinción. En tanto, el fotógrafo, defendió y aprovechó ese instante único, de los mejores, de los que no se planifican ni conciben, de los que sencillamente suceden cual bendición.
Yo creo que en verdad hubo algo de encanto en esa tarde en que gracias al lente de Yoandry Sardiña y aquel performance, se pudo captar esa mezcla de emociones, mediante un contraste de figuras enlazadas por el talento y sensibilidad.
Una usuaria de las redes sociales comentó en el perfil de Facebook de uno de los protagonistas de esta iniciativa: El lenguaje de la música construye mensajes expresivos, donde afloran los más nobles y sinceros sentimientos… Yo igual diría, ojalá estas escenas enriquecedoras se repitan porque dan fe de lo mejor de los seres humanos, del talento del artista, de la pasión del transeúnte, el poder de la música y la maravilla del arte que ahora quedó eternizada en las imágenes.
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