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Preparar a las y los adolescentes para la vida: un desafío que garantiza futuro

Las Tunas.- Las adolescentes y jóvenes de hoy piensan y sienten de manera distinta a las que despertaron a la vida hace dos o tres décadas atrás. La afirmación brotó espontánea, un tanto triste, de los labios de una madre que se ve incapaz de “controlar” a su niña, quien no rebasa las quince primaveras, pero ya tiene novio y quiere salir sola con él los fines de semana.

Cierto es que todas sus amiguitas disfrutan de independencia para hacerlo, algunas ya tuvieron sexo y duermen en casa del novio, o viceversa, sin que a nadie le moleste. La impotente mamá hizo un gesto, como si quisiera espantar un mal pensamiento, y yo estuve segura que por su mente pasó un posible embarazo no deseado.

Razones hay para preocuparse; sin embargo, existen muchas más para ocuparse antes de tener que enfrentar peores consecuencias.

Los especialistas de Las Tunas advierten que hoy la provincia está caracterizada por una alta fecundidad en la etapa de la adolescencia, un 20 por ciento, lo cual constituye un problema de salud y social.

Esta realidad se convierte en reto y búsqueda de estrategias de trabajo para evitar que la cifra siga creciendo. Los sectores de Salud y Educación, junto a la Federación de Mujeres Cubanas y las organizaciones estudiantiles son protagonistas en el asunto; pero, ¿acaso la familia no debe desempeñar un mejor papel en la preparación de los jóvenes para la vida?

Vivimos una época distinta y difícil, determinada por las carencias y el desapego hacia el estudio y el trabajo por una parte considerable de la población, que ve como salida a sus aprietos económicos el negocio, las actividades ilícitas y, en el mejor de los casos, el trabajo por cuenta propia. De ahí que en la familia cubana el comportamiento, los puntos de vista y los estados de ánimo de sus miembros no siempre sean el mejor espejo para quienes apenas empiezan a vivir.

Cuidar de mantener en casa una buena comunicación con los hijos, tanto con hembras como con los varones, así como adecuados patrones de conducta moral y ética, evitar la violencia intrafamiliar son elementales reglas que marcan la diferencia.

Es normal que las jóvenes quieran vestir y calzar a la moda, lucir el cabello como lo llevan las modelos y actrices, que sientan curiosidad por el sexo y hasta olviden la importancia del estudio y los deberes cotidianos en su obsesión por sobresalir. Enseñarles a cuidarse y no quemar etapas es tarea de los padres –también de la escuela, que debe calzar las deficiencias de los hogares disfuncionales y atender con prioridad las señales de alarma que dan algunas actitudes de los menores.

Para la familia romper tabúes y hablar sobre sexo no debe ser nada sobrenatural, tampoco entraña un esfuerzo que no pueda hacer una madre por su hija(o); de hecho, los padres deben apoyar en esta tarea que redundará en beneficio de la salud física y mental de las y los adolescentes.

Resulta imprescindible aprender a hablarles sobre la anticoncepción, porque forma parte del derecho que tienen a su salud; del peligro de las enfermedades de transmisión sexual; de la responsabilidad ante un embarazo, las dificultades en el parto, el aborto, la mortalidad materno-infantil y cualquier tema que les preocupe y pueda afectarles directa o indirectamente.

Y si al final no logramos hacerlo en casa, siempre habrá otras opciones: la ayuda de profesores y personal de Salud Pública está al alcance de todos. Existen para ello las consultas especializadas, acciones de capacitación, así como las intervenciones comunitarias orientadas a la promoción y educación para la salud y la sexualidad de los adolescentes y jóvenes.

El embarazo en la adolescencia es cada vez más significativo e incide como causa del abandono escolar, lo cual además agudiza los conflictos en los núcleos familiares y afecta la salud de las jóvenes que físicamente no están preparadas para asumir la reproducción.

Depende de los adultos -de los padres y familia en general, y más allá de este marco, de profesores y especialistas de Salud- enseñarles a ser independientes y trazar un proyecto de igualdad de posibilidades, sobre todo para las adolescentes, que les permita actuar sin perder su esencia, descubriéndose a sí mismas a la vez que construyen la senda hacia un futuro hermoso y seguro. (Por Rosa María García Vargas)

/lrc/

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