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Valientes que trabajan en la zona roja

Melissa y Kéyder nunca se imaginaron estar tan cerca de la llamada zona roja, ni que serían parte de ese grupo de “valientes”. Fueron días de retos, miedos y emociones para esos jóvenes de apenas 22 años.

“No pensé estar tan cerca del peligro. Eso me obligó a protegerme más, a cumplir con mayor rigor las medidas de bioseguridad, a entender más a esos médicos que día a día batallan contra la Covid 19”, confesó a Tiempo21 Melissa de la Caridad Peña Silvera, estudiante de cuarto año de la carrera de Licenciatura en Contabilidad y Finanzas de la Universidad de Las Tunas.

Durante una semana, un equipo de siete estudiantes y cinco profesores de la Casa de Altos Estudios se ofrecieron para apoyar las labores en el centro de aislamiento habilitado en la sede Vladimir Ilich Lenin del centro educativo.

Kéyder Peña López, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la Facultad de Ciencias Económicas, también se presentó como voluntario cuando supo de la convocatoria para asistir al centro. “No era cualquier tarea, pero cumpliendo las medidas, sabía que estaríamos a salvo. Sentía compromiso con mis compañeros de estudio, con mi facultad. Me puse en el lugar de esos pacientes necesitados de ayuda y lo hice sin dudarlo”.

Extremando las medidas higiénico-sanitarias y enfrentando sus propios miedos, esos muchachos apoyaron las labores que requería el centro de aislamiento para su funcionamiento.

Keyder se ocupaba de trasladar las ropas de los pacientes desde el filtro hasta la lavandería, una misión peligrosa, “pues aunque las prendas de vestir estaban en bolsas, significaban un riesgo que pertenecieran a pacientes contagiados con la enfermedad”. Mientras, Melissa limpiaba pasillos y cuartos, “siempre vestidos con todos los medios de protección”.

El apoyo y aliento de parte de la familia fue esencial para ellos. Sin embargo, no todos lo recibieron desde el inicio.“Mi familia se alarmó cuando supo de mi decisión, lo vieron como una catástrofe, pero luego me apoyaron porque saben lo responsable y cuidadoso que soy”, cuenta el joven.

El peligro no es una excusa. Cuando te sientes valioso, no hay miedos. Fue una tarea compleja, pero Melissa, Keyder, y el resto de los jóvenes aseguran que volverían a hacerlo porque la experiencia hizo que crecieran sus deseos de ayudar y compartir.

Melissa confirma que mientras su provincia la necesite, ella responderá que sí. Keyder recuerda los momentos imborrables. “Entras con una mentalidad y sales con otra. Donde no veías el peligro, ahora lo ves; donde hay aglomeraciones, ahora sientes el miedo a contagiarte, porque sabes que no es juego, que es real. Regresas a casa comprendiendo que tienes que cuidar más a los tuyos, que tu responsabilidad ahora es mayor. Eso lo sentimos todos, estoy seguro”.

Cada semana al centro de aislamiento habilitado en la Universidad de Las Tunas entra un nuevo equipo a apoyar las labores que allí se realizan. Los que salen, se aíslan por siete días más, y muchos, como Keyder y Melissa decidirán regresar.

/nre/

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