Las Tunas.- Cuando Yunior Prado Hernández comenzó a trabajar escuchó historias un poco atemorizantes sobre un pozo artesanal y una cruenta sequía.
En la potabilizadora que lo acogía recién graduado, los operadores casi no hablaban de otra cosa.
Recién había pasado una de las etapas sin lluvia más recias vividas en Cuba y la presa El Rincón, de Las Tunas, con capacidad para más de 21 millones de metros cúbicos de agua, se secó totalmente.
Con la principal fuente en ese estado y las restantes con niveles muy bajos, peligraba el abasto a los habitantes de la mayor urbe de la provincia.
Entonces hubo que tirarle mano al pozo construido en el patio de la potabilizadora para las pruebas iniciales. Servía diez litros por segundo. El ir y venir de carros cisternas era incesante, algunos días se llenaron hasta doscientas pipas.
En ese tiempo no pocos se persignaron y más de una vez pidieron que el pozo aguantara. Nadie sabe cómo ni por qué pero no se secó, respondió y de qué manera.
Desde entonces está ahí a la sombra de ciruelos y mangos como un monumento a la estoicidad de los trabajadores de acueducto y alcantarillado en las recias sequías y listo para, sí urge, volver a dar su agua. Ojala que no.
Trasvase Jucarito – El Rincón, una alternativa con garantía
“Creo que no será necesario porque hoy tenemos otra fuente alternativa, refiere optimista Yunior.
Llegó en el 2006 con su título de licenciado en la especialidad de Química pura que había acabado de obtener en la universidad de Santiago de Cuba.
Hoy es el jefe del sistema El Rincón, conformado por una estación de bombeo, el tanque apoyado y la planta potabilizadora, inaugurada el 22 de mayo de 1999.
Es muy joven, solo ha vivido 34 años y por más que quiera evitarlo casi todos sus días transcurren en una zozobra que muchas veces le quita el sueño y no es para menos.
Sobre sus hombros recae, en buena medida, la responsabilidad de garantizar el agua a las miles de personas que viven en la ciudad de Las Tunas.
“Por suerte hoy estamos en condiciones diferentes y mejores para hacerle frente a una sequía como aquella de finales del 2004-2005, que por cierto puede ocurrir en cualquier momento, a juzgar por el comportamiento de clima y lo que vaticinan los expertos.
“En tal situación los tuneros tenemos asegurada agua mediante la conductora Jucarito-El Rincón de 630 milímetros de diámetro y unos 30 kilómetros de largo construida para trasvasar agua desde la presa El paso.
El embalse situado en Granma, está destinado al abastecimiento a la agricultura y en caso de sequía, como se prioriza el suministro a la población, su contenido se entregaría, a través del sistema El Rincón, a los habitantes de la ciudad de Las Tunas, la provincia de Cuba con más bajo índice de acumulado de precipitaciones al año.
Sistemáticamente hacemos pruebas a la conductora y a la estación de bombeo. Por suerte aún no ha sido necesario emplearlas pero están listas para hacerlo cuando haga falta”.
Otro pilar, la potabilizadora EL Rincón
Antes de 1999 el agua de la capital de Las Tunas apenas alcanzaba, dependía exclusivamente de la presa Cayojo y el complejo de pozo Piedra Hueca, que unidos solo entregaban alrededor de 360 litros por segundo, insuficiente para una población y una ciudad que crecían en la región más seca de Cuba.
En mayo de ese año se inauguró la potabilizadora El Rincón, parte de un sistema integrado también por una estación de bombeo y un tanque apoyado.
“Con la obra calificada como maravilla de la ingeniería de la provincia, se añadieron aproximadamente 500 litros más a la entrega diaria, creció notablemente el número de clientes beneficiados en la ciudad y en barrios periféricos como Palancón y Barranca, entre otros”.
Avanza bordeando los 16 compartimientos de la planta y explica que la misma tiene muy bien dotadas todas sus áreas.
“En la química es donde se preparan las soluciones de sulfato de alúmina que se agrega al agua cruda de entrada y mediante el proceso de floculación se aglomera todo el material solido que trae en suspensión.
“Al juntarse ese fango y otra suciedad forman masas de mayor tamaño que van hacia el fondo y entonces permite extraer el líquido de la superficie libre de material sólido.
“Luego pasa a la sección de sedimentadores compuestos por láminas de asbesto, pasa más tarde por ocho filtros con cuatro capas diferentes de material filtrante, entre los que están carbón activo y zeolita, donde queda cualquier partícula que hubiera sobrepasado el proceso de floculación.
“Como si fuera poco de ahí el agua va para la cisterna donde se le da un último tratamiento que es la post cloración para que al bombearla vaya con la cantidad de cloro necesaria que tiene que llegar a nuestros hogares.
“Cuando la turbidez o el contenido de sólido es muy elevado, superior a lo permisible, la planta no lo tolera y entonces hay que paralizar el servicio. Ocurrió en junio del año pasado. Tuvimos que vaciarlo y lavarlo todo, esperar que la presa tomara su nivel con su proceso de sedimentación natural”.
Mayor cantidad y también más calidad
Con la potabilizadora El Rincón en la ciudad de Las Tunas no solo aumentó la cantidad sino también la calidad del agua, uno de los asuntos más cuestionados por la población.
El jefe de la planta lo sabe bien y sin ánimo contradecir a quienes sostienen tal criterio, asegura que el colectivo que dirige todos los días concreta esfuerzos porque llegue óptima a su destino.
“Trabajamos mucho para eso- dice categórico- El cumplimiento estricto de cada uno de los pasos del proceso de descontaminación es chequeado con mucho rigor internamente y por los laboratorios del Instituto de Recursos Hidráulicos, que certifica la parte físico química y el de Higiene y Epidemiología que lo hace en el aspecto bacteriológico para, finalmente, autorizar su uso y consumo.
“Y lo logramos porque de otra forma no podríamos bombearla, así simplemente”.
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