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Una casa, un país

Las Tunas.- Una  vivienda digna y confortable es el sueño  de cualquier persona, sobre todo cuando la familia  crece  y nuevos miembros engrosan la lista de habitantes de un hogar. Pero ese  sueño, ya sabemos los  tuneros y, cubanos en general, no es fácil de alcanzar y desde hace mucho representa desafío de todo un país.

Este año  en Las Tunas deben edificarse mil 621 casas, una cifra menor ante las urgencias que demandan incrementar o mejorar el fondo habitacional de la provincia que en un plazo de diez años proyecta edificar o rehabilitar más de 44 mil moradas.  Como en otros asuntos de la realidad nacional, las  estrategias de trabajo están centradas en poco a poco, sin prisas pero sin pausas, arrancar cada día un pedazo al problema.

Para hacer honor a esa premisa se trabaja muy duro y aunque se está lejos de satisfacer las necesidades  acumuladas por décadas ya se registran avances: según  estadísticas manejadas en el último Pleno del Comité Provincial del Partido, al concluir el mes de  junio en la provincia se habían edificado más de 800 moradas. Tales números sitúan al territorio entre los mejores del país y constituyen un buen referente  si tenemos en cuenta que en el 2017  solo se construyeron 204 casas.

De manera  que el  actual paso es alentador y marca prioridad para  las familias afectadas por los huracanes Ike y Paloma, en 2008, e Irma más recientemente; fenómenos  meteorológicos debido a  los cuales aún más de siete mil 600 personas  carecen de  un techo propio.

Para dar solución a tantas dificultades acumuladas,  se precisa de aunar varios factores: primero de una adecuada práctica de la Política Nacional de la Vivienda,  acción coherente y concertada  tanto de los organismos del Estado como de la población y centros laborales;  producir los materiales necesarios para la  edificación de las casas y eliminar las irregularidades e indisciplinas en el comercio de éstos.

Un punto neurálgico  es la fabricación de los  recursos necesarios para levantar cada día  un inmueble. En una primera etapa la provincia  ha creado las capacidades para lograr este propósito y, a su vez,   sostener en cada territorio el desarrollo de un polo de viviendas, se trata de preparar el escenario para un despegue que en algún momento debe llegar.

Sin embargo lo alcanzado no basta en un contexto nacional de estrecheces económicas donde el abastecimiento de un material indispensable en el proceso constructivo como es el cemento, ha transitado por tensiones que afectan también otros renglones como el alambrón, el acero 3/8 y, en los últimos meses, el combustible  necesario para el funcionamiento  óptimo de toda la cadena.

Aun así, nada detiene la maquinaria constructiva y, amén las dificultades, quienes emprenden por esfuerzo propio, aquellos  que ejecutan un  subsidio  y el propio Estado continúan buscándole variantes de solución a los problemas y donde antes hubo un local estatal subutilizado hoy  puede  habitar una familia.

En este escenario y ante un asunto de tanta sensibilidad social, nada puede dejarse a la improvisación, al libre albedrío, al descontrol pues casi nunca faltan los pescadores  que suman ganancias ante  un río revuelto.

Ante  tal maremágnum de complejidades  la máxima dirección del país  ha apostado por destrabar los nudos de la burocracia, luchar contra la chapucería  que empaña tantos esfuerzos, minimizar trámites, agilizar, velar, acompañar  e imprimir energías a  una obra que  demanda de la sociedad en su conjunto porque cada persona merece un hogar digno para vivir.

/nre/

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