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La invasión de EE.UU. a Venezuela, opción desafortunada pero posible

La Habana.- Aunque es probable que desde hace años existan planes para una invasión a Venezuela, en las últimas semanas al parecer se dieron los últimos toques a lo que parece ser una compleja operación de gran alcance.

En una combinación de medidas propias de la llamada Guerra No Convencional, con acciones de desinformación y manipulación de la opinión pública, Estados Unidos lidera este complejo plan de golpe de estado y lo acompañan sus principales aliados regionales.

Un indicio grave de que las medidas de presión político militar van en ascenso es el despliegue del grupo de ataque del portaaviones Abraham Lincoln (CVN-72) cuyo puerto base está en Norfolk, Virginia.

Esta agrupación la integran seis buques escoltas, el crucero misilístico de la clase Ticonderoga USS Leyte Gulf (CG 55), los destructores de la clase Arleigh Burke USS Bainbridge (DDG 96), USS Gonzalez (DDG-66), USS Mason (DDG-87) y USS Nitze (DDG 94). A estos se une la fragata española ESPS Méndez Núñez (F-104).

A bordo del CVN-72 viaja el escuadrón aéreo CVW-7, equipado, entre otros medios, con cazabombarderos Lockheed F-35C Lightning II, las aeronaves de su tipo más avanzadas dentro del arsenal estadounidense y con un radio de acción significativo, aunque con un notorio historial de fallas técnicas y desajustes durante su puesta en servicio.

Dicha agrupación naval comenzó a realizar el 25 de enero pasado los ejercicios navales Comptuex, destinados a entrenar a las tripulaciones y los medios navales antes del despliegue para cumplir misiones bélicas.

Las embarcaciones de la armada se encuentran «en el océano Atlántico», de acuerdo con una nota oficial de la Marina estadounidense, aunque publicaciones especializadas aseguran que están en zonas cercanas al estado de Florida.

Sin embargo, su ubicación exacta y su destino final constituyen un secreto bien guardado por el Pentágono.

Expertos consultados por Prensa Latina, además de destacar la peligrosidad de estos movimientos, señalan que en primer lugar tienen como fin amedrentar al liderazgo venezolano, pero de no lograr ese objetivo, pudieran usarse en incursiones directas contra dicha nación sudamericana.

De hecho, tales fuerzas no tendrían que acercarse mucho más al territorio venezolano para desarrollar ataques con sus medios aéreos y coheteriles, pues están en disposición de hacerlo desde distancias relativamente grandes, destacan los especialistas.

Además, otros medios podrían participar en el ataque, incluso desde bases en territorio continental estadounidense, aunque en ningún caso actuarían de forma impune, teniendo en cuenta los sistemas defensivos con que cuentan los militares venezolanos.

Los tradicionales pretextos para una intervención están planteados: uno de ellos es la protección de diplomáticos norteamericanos y otros ciudadanos e intereses de la nación norteña.

También se esgrime la presunta necesidad de proteger a los venezolanos ante la alegada existencia de una crisis humanitaria o un supuesto incremento de las acciones represivas por las autoridades locales.

Voceros del Comando Sur (CS o Southcom) señalaron este 20 de febrero que ese mando está listo para enfrentar «cualquier escenario» en Venezuela, afirmación que confirma denuncias recientes de Cuba y de las autoridades de Caracas acerca de preparativos de intervención.

El almirante Craig Fuller, jefe de esa entidad, lanzó esa aseveración intimidatoria al recibir al comandante general de las fuerzas armadas de Colombia, mayor general Luis Navarro Jiménez, en la sede del Southcom.

De hecho, el CS es la entidad que coordina las operaciones de las fuerzas armadas norteamericanas en Latinoamérica y el Caribe, pero su jefatura no tiene mando directo sobre grandes unidades combativas.

Su sede radica en Miami, Florida, desde donde en las últimas semanas se han coordinado las acciones conjuntas con unidades de las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE), muchas de las cuales tienen sus estados mayores en localidades de la costa este de Estados Unidos.

En el ámbito naval, el Southcom cuenta con los buques subordinados a la Cuarta Flota, que está a cargo de las operaciones en el Caribe, América Central y América del Sur. Su cuartel general radica en la Base Naval de Mayport, Florida.

Los vuelos recientes desde instalaciones de unidades de las FOE en territorio continental de Estados Unidos también tienden a confirmar los augurios de una acción violenta contra la Revolución Bolivariana.

Esas agrupaciones, conformadas por unidades élites del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y la Infantería de Marina, serían de las primeras en entrar en combate en caso de que comience una agresión bélica a la nación sudamericana.

Todo este movimiento de fuerzas y medios se suma a las acciones sin precedentes contra la integridad física de los líderes venezolanos, cuyo ejemplo más peligroso y significativo fue el intento de magnicidio contra Maduro en agosto pasado.

De cualquier manera, la maquinaria de guerra contra Venezuela echó a andar, impulsada por los principales asesores del presidente Donald Trump en materia de seguridad nacional y en primer plano bajo la égida del senador republicano Marco Rubio.

Cualquier hecho fortuito o provocado que tenga lugar en los próximos días en torno a la entrega de la mal llamada ayuda humanitaria pudiera ser el disparo inicial para dar luz verde a la agresión, que adoptaría formas diversas, desde más golpes «quirúrgicos» contra el mando político-militar venezolano o acciones de mayor envergadura.

A pesar de que congresistas reclaman a la Casa Blanca que consulte con el Capitolio antes de cometer una acción irreflexiva de este tipo contra Venezuela, lo cierto es que una incursión militar limitada puede tener lugar sin la anuencia del Legislativo, coinciden los expertos.

Tras cometer una fechoría de este tipo, Trump la presentaría como un hecho consumado en interés de la «seguridad nacional» del país y asumiría los posibles costos políticos -y humanos- de esa acometida, que de seguro encontraría una fuerte resistencia por parte de la nación agredida.

Sin embargo, lo más conveniente es que los cerebros que están detrás de esta cadena de provocaciones, piensen dos veces que una aventura militar contra Venezuela sería apenas el inicio de un conflicto de grandes proporciones en la región. Esperemos entonces que prime la cordura. (Roberto García Hernández /PL)

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