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Los Juanes para aquí, las Marías para allá

Las Tunas.-  Juan invita a María a la casa de los amigos donde cada tarde de domingo juega dominó. Ellos, como es costumbre en la relación, se visten similares y salen cogidos de la mano para pasar un rato agradable.

Una vez llegados a aquel amplio hogar, María se percata que por un lado estaban todos los hombres, y por el otro se encontraban las mujeres y sus niños.

Apenas había comunicación entre ellos: ellas cocinaban y solo se acercaban a la mesa de dominó para poner algún saladito, y ellos tomaban ron y hablaban de deportes mientras continuaban el juego.

Llegó la hora de cenar y la expresión que llenó el saco de la nueva visitante: ¡Vamos, la comida está servida, vengan primero las mujeres y los niños!

En años jamás había comido sin Juan y esa no sería la ocasión, y aunque fue catalogada de loca comezó en ese momento a cambiar aquella absurda realidad.

«Yo comeré con mi esposo», expresó, a la vez que cruzaba el hilo de las prohibiciones y se sentó a la mesa de dominó a ganar un partido. Algunos reían, se burlaban de Juan, otros se pararon de la mesa porque «contra mujeres no se juega»  pero a ella no le interesó.

Salió la esperada guitarra, y María cantó una tras otra todas las canciones mexicanas, tomaba la copa de la mano, y brindaba con su amor por la felicidad.

Al final fueron felices, como siempre lo habían sido en los cinco años de noviazgo que pasaron en la universidad donde todas las parejas se divertían sin importar el género.

En muchos lugares de Cuba aún se encuentran situaciones como estas, sobre todo en los sitios apartados de la ciudad donde las mujeres se han dedicado al cuidado de los hijos y la casa, mientras los hombres son los que trabajan y llevan la comida y el dinero al hogar.

Recuerdo a mi abuela aconsejarme que cuando los hombres hablan las mujeres no pueden tomar partido en la conversación y que siempre debemos ser complacientes a sus gustos y necesidades para que el matrimonio sea duradero.

La realidad ha cambiado. Las mujeres hoy estudian y trabajan a la par de los hombres y son capaces de mantener un hogar y a sus hijos.

Ya se rompen esos esterotipos que dictan que las mujeres a la cocina y los hombres al dominó. La equidad de género se fortalece, y aunque existan muchos Juanes, cada vez nacen nuevas Marías.

/ymp/

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