En los últimos días imágenes desoladoras de niños que lloran por estar junto a sus padres han conmovido al mundo.
Se trata de los infantes indocumentados que fueron separados de sus familiares por obra y gracia de la política de tolerancia cero a la inmigración ilegal que el gobierno de Donald Trump instauró como resultado de su odio visceral a los inmigrantes.
Tras el nuevo escándalo desatado a partir de las críticas a Trump de personalidades -vinculadas a la política o no- gobiernos e instituciones humanitarias, el presidente norteamericano dio marcha atrás a la medida de separar a los niños de sus padres en la frontera con México, aunque la política se mantiene intacta.
EEUU: Juez decidirá la reunificación niños indocumentados en frontera https://t.co/lJdMqjwYt3 pic.twitter.com/31ElIVjuVT
— Comunidad Dominicana (@keloke_RD) 24 de junio de 2018
Evidentemente Trump se hace de oídos sordos cuando la pobreza y humildad protagonizan los hechos, y los niños y niñas que clamaban por sus seres queridos tras las rejas para él no significan nada.
Ahora comienza un proceso que debe reunir a las familias separadas: 2 mil trescientos pequeños dispersos en varios estados tendrán que ser devueltos a sus progenitores con las dificultades propias de un evento signado por la lentitud, de una parte, y la desesperación de los involucrados por otra.
Es difícil imaginar la razón que empuja a una familia a vencer tantos obstáculos, perros amaestrados y guardias armados incluidos, para llegar al paraíso soñado, donde podrán encontrar empleo y salario que les permita sobrevivir dignamente.
La decisión de EEUU de terminar con la política que obligaba a separar a los niños migrantes de sus padres indocumentados en la frontera no aborda la grave situación de los ya detenidos, que deberían ser liberados y reunidos con sus familias. https://t.co/6wHyb1xMwJ
— Noticias ONU (@NoticiasONU) 23 de junio de 2018
Pero, ni los gobiernos de México o Guatemala, por citar dos ejemplos, se preocupan en realidad por quienes salieron de sus fronteras en busca de una mejor vida que no pueden tener en su suelo natal debido a las políticas injustas que condenan a los pobres a ser cada día más pobres, mientras los poderosos acumulan riquezas a costa del sudor de los primeros.
En tanto, Trump se pavonea pues para él la medida en cuestión, es mucho mejor que la política de su predecesor, Barack Obama, en este tema.
Via @TupamaroMRT: "Los niños están aterrorizados": la polémica en EE.UU. por la decisión del gobierno de separar a los inmigrantes indocumentados de sus hijos.#TupamaroAntiimperiohttps://t.co/m5wPz9nJ31 pic.twitter.com/szgLo17ffj
— Tupamaro Bolívar (@BolivarMRT) 22 de junio de 2018
En un mensaje en su cuenta en Twitter, el mandatario afirma: «Hacemos un trabajo mucho mejor y al mismo tiempo mantenemos una frontera mucho más fuerte, aunque los principales medios de prensa odien esta historia».
Pero, no solo los niños de esta parte del orbe sufren las consecuencias de este mal repartido mundo, y por la ambición de los gobernantes de sus países de origen.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informó esta semana que «30 millones de niños y adolescentes en todo el mundo están en condición de refugiados, una buena parte de ellos sin la compañía de un familiar o adulto, un triste registro que no se alcanzaba desde la II Guerra Mundial que devastó a una buena parte del planeta».
Entre las principales causas que mueven a estas personas a emigrar, Unicef menciona la generalización de los conflictos armados internos y regionales, el incremento de la pobreza y todos sus males asociados, el impacto del cambio climático, la violencia y el abandono.
#DDHH #EEUU🇺🇸El más grande paso atrás de @realDonaldTrump está provocando un nuevo caos político y legal, y nuevas acusaciones de inhumanidad hacia los niños de inmigrantes indocumentados separados de sus padres en la frontera sur. @razonesdecuba @CUBAONU @EmbaCubaEEUU @YairaJR pic.twitter.com/ehzr8I3bjB
— EmbaCuba Haiti (@EmbaCuba_Haiti) 21 de junio de 2018
Por supuesto, las principales víctimas del panorama antes mencionado son los niños, quienes tienen además que enfrentar una cruda realidad en los lugares a los cuales arriban, donde el rechazo, la falta de recursos para atenderlos, las malas condiciones en los campamentos que los reciben son lo único seguro.
En las cifras de Unicef no se tienen en cuenta los niños que fallecen en el intento de llegar -algunos junto a familias enteras, otros porque son débiles y no resisten los peligros de la travesía hasta su destino.
De cualquier manera, la situación se agrava y no se vislumbra una solución, que está claro debe ser asumida de forma conjunta por los gobiernos de países implicados y organismos e instituciones humanitarias interesados en el asunto.
Como si fuera poco la situación de los niños separados de sus padres en Estados Unidos, la Unión Europea toma cartas en el asunto de los inmigrantes para reforzar las medidas en contra de quienes arriban a sus costas ilegalmente en busca de mejores oportunidades económicas.
Varios líderes del bloque continental se reunirán este domingo con el objetivo de revisar un polémico proyecto anunciado por el Comisario Europeo de Migración, Dimitris Avramópulos, el cual «consiste en buscar un punto de desembarco fuera del territorio continental donde concentrar a quienes intentan cruzar el mar Mediterráneo.
En este hipotético lugar, que podría estar en algún país del norte de África o los Balcanes, se separarían a quienes buscan emigrar por razones económicas, que serían forzados a volver a su país de origen, de aquellos que buscan asilo por razones políticas, las guerras y la violencia».
La medida establece una diferencia entre quienes emigran por razones económicas y aquellos que necesitan «protección internacional», una discriminación que no convence y evidencia la falta de sensibilidad de los que deciden sobre la vida y destino de los pobres del planeta.
Sin embargo, para todos los que se acercan a tan delicado asunto, salta a la vista que la solución no está en establecer muros, como el de Trump, o en buscar alejar el problema en algún lugar remoto: el problema quedaría resuelto si los emigrantes no se vieran obligados a huir de la miseria, las guerras, el hambre y la muerte.
Bastaría entonces que los gobiernos cambiaran sus políticas respecto a la mayoría de pobres y olvidados de sus respectivos países y les garantizaran una vida digna; si eso ocurriera algún día, la emigración podría al menos disminuir considerablemente para bien de todos.
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