En enero de 1959 comenzó una nueva vida para los cubanos y de un modo u otro, también para las naciones de América Latina, que vieron con admiración a un pequeño país desafiar al más grande imperio del mundo, con sus armas, sus riquezas y su poderío.
La Revolución cubana fue el hecho político que mayor impacto causó en el área porque expresó las contradicciones entre Estados Unidos y los demás países de la región y demostró que los enemigos pueden ser muy grandes, pero, cuando hay razón y sentimientos, se impone la total soberanía.
En Cuba el proceso revolucionario fue autóctono, llevado a cabo por las clases más humildes, trabajadores de las ciudades y los poblados y campesinos que dieron alimentos, dinero y medicinas para apoyar al único movimiento independentista que los había tenido en cuenta.
Habitualmente, América Latina había sido el traspatio del poderoso estado norteño, siempre plegada a sus intereses y conveniencias. Pero Cuba y sus movimientos revolucionarios actuaron sin miedo y los países del área nos miraron con ilusión, como una luz en medio de su oscuridad.
Se estableció la Reforma Agraria, se nacionalizaron las industrias y muchos servicios, se diseñó un programa de alfabetización que llegó a todas las personas, hasta los sitios más intrincados; en fin, se adoptaron medidas que favorecieron a los más desposeídos.
Estados Unidos no lo perdonó y el 31 de agosto de 1962 expulsaron a Cuba de la Organización de Estados Americanos, lastimados también por la gran derrota que se llevaron en las arenas de Playa Girón y la vergüenza de ver a sus mercenarios cambiados por compotas.
En América Latina, desde siempre admiraron a Fidel Castro como guía de la Revolución cubana y se vio en enero de 1959 en Venezuela; cuatro meses después en Argentina y luego en Brasil, por solo poner unos ejemplos. Ocurrió también en el mismísimo imperio.
Siempre arrastró multitudes y eso se comenzó a reflejar en el área geográfica. La gente perdió el miedo al enemigo de siempre; se fortalecieron los movimientos independentistas y el pueblo se levantó en armas poner fin a tanto oprobio.
Así se creció Cuba para América Latina, hasta nuestros días.
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