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En México: échale ganas doctor cubano

En el día a día del policlínico Ciro Frías Cabrera del municipio guantanamero de Imías falta Jiovanny Acosta Suárez, el médico del cuerpo de guardia, que se repleta porque todo el mundo quiere atenderse con él.

Es un galeno de vocación, excelente profesional y como si fuera poco tiene como un don para curar o cuando menos aliviar, con tan solo una frase alentadora o una palmada en la espalda.

Hace casi dos meses no está en su pueblo, con su gente, con quienes ha pasado toda su vida, donde nació, creció, estudió y ha ejercido su profesión  desde que se graduó treinta años atrás.

Y lo extrañan mucho sus pacientes en Imías pero en esa nostalgia también hay mucho orgullo porque su médico esta ahora donde más lo necesitan.

Desde principios de mayo asiste a enfermos con la Covid-19 en el Hospital General de Iztapalapa en el Distrito Federal, capital de México.

Trabaja en la sala de terapia intensiva, casi siempre con unos 30 pacientes, todos con respiración asistida

Las jornadas son muy extenuantes, me contó por WhatsApp y noté su voz cansada.

“Milly discúlpame -me dice con la confianza que nos tenemos de la niñez-, es que acabo de salir de una guardia de 24 horas y fue uno de los días más agotadores, prácticamente no paré un instante”.

Soy yo quien le debo una disculpa, intento dársela, pero mejor la dejo para luego, tal vez cuando nos volvamos a ver en Imías, nuestro pueblo natal. Ahora lo importante es escucharlo, tiene tanto que contar.

“Estuve en Venezuela y en Brasil y no fue nada cómodo, pero esta es mi misión más difícil.

“Me enfermé, no sé cómo contraje la Covid-19 porque cumplo con severidad estricta el protocolo de protección, pero por suerte no tuve ninguna complicación, me curé enseguida y me reincorporé”.

Dice que después de ser médico nunca supo de la muerte de tantas personas que pudieran salvarse si tan solo se abordara, de forma más preventiva y con más cooperación entre las naciones, esta pandemia, que califica de maldita.

“Es que los médicos cubanos estamos como hechos solo para salvar -dice tras un hondo suspiro que supera la distancia-. En nuestro país es tan diferente, la vida de las personas es lo primerísimo y en función de eso se ponen todos y todo, extraño tanto eso”.

Su voz se apaga, pasan unos segundos que parecen infinitos y retorna entrecortada.

“También extraño mucho a mi Imías, a mis hijos, mi mamá, mi esposa, mi policlínico, mis colegas, el sosiego de mi pueblo, el calor de sus días, el azul de su cielo azul y el verde gris de sus valles y montañas”.

¿Y a los pacientes de tus concurridas consultas en el policlínico Ciro Frías?

“Uff,  también les echo de menos, los quiero mucho y pronto volveré a estar a tiempo completo para ellos.

“Por  el momento seguiré poniendo mi mayor empeño para cumplirle a los familiares de mis enfermos de ahora  que al interpelarme en las afueras de la sala, constantemente me dicen: échales ganas doctor cubano, la mejor manera de pedirme aquí en México que haga todo lo posible por salvarle a los suyos”.

/nre/

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