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¿Cómo desembarcaron Martí y Gómez en Cuba?

Después de viajar clandestinos en un carguero alemán por la ruta Cabo Haitiano-Gran Inagua, en la noche del 11 de abril de 1895, el Héroe Nacional de Cuba José Martí y los cinco expedicionarios que le acompañaban, se acercaban a su propósito de incorporarse a la Guerra Necesaria. Aprovecharon la cercanía a la costa sur oriental, para desembarcar en un bote por Playita de Cajobabo, a tres kilómetros al Este de ese poblado, actual municipio de Imías, provincia de Guantánamo.

Luego de aquella travesía marítima, vivieron los primeros momentos en tierra cubana, después de varios años en el extranjero. José Martí Pérez, delegado del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la contienda para lograr la independencia del yugo español. Máximo Gómez Báez, dominicano y cubano por derecho, volvía como general en jefe del Ejército Libertador, cargo ganado durante la guerra de independencia de los 10 años (1868-1878). Los demás patriotas eran los generales Francisco Borrero y Ángel Guerra (holguinero), el coronel Marcos del Rosario y el capitán César Salas.

Cuenta la historia, que, en medio de un torrencial aguacero, remaron desesperadamente, perdieron el timón, y tras muchos esfuerzos, fijaron rumbo, llevando el remo de proa Martí, quien describió así el desembarco: “La luna asoma, roja, bajo una nube (…) Arribamos a una playa de piedras, la Playita (al pie de Cajobabo); me quedo en el bote el último vaciándolo, dicha grande. Viramos el bote y el garrafón de agua, bebemos málaga, arriba por piedras espinas y cenegal.”

El desembarco fue tempestuoso, pasadas ya las 10:00 de la noche. Cada uno tomó un arma y dos mil cápsulas, sus mochilas y demás equipos, caminaron internándose en el monte, y allí, cerca de un bohío, pasaron la noche.

Hacía ya más de un mes, el 24 de febrero, que había iniciado la guerra de 1895, y en la mañana del 12 de abril contactaron con gente amiga del oriente. Los acogieron en casa de Gonzalo Leyva, los guiaron hasta un sitio conocido como la Cueva de Juan Ramírez, y allí, con hojas secas como colchones, a la derecha de un río, descansaron en su primer día en la Isla.

Al fin, estaba en la Patria uno de los más importantes grupos de los que se sumaron a la guerra para continuar el sacrificio de la epopeya. Se marcaba la página más significativa de la historia de Guantánamo, hecho trascendental para la nación.

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