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La clásica solidaridad de los motoristas

Las Tunas.- Intentan recrudecer el bloqueo y asfixiar a la pequeña isla. Que a Cuba no llegue ni gota de combustible y que los pobladores quedemos sumidos en la oscuridad y la miseria. Pretenden que un pueblo se canse, se rebele, se aleje.

Y en medio de tantas pretensiones negativas de los vecinos de Norte, llega la llamada y la invitación a participar en un recorrido con el Club de motos clásicas de Cuba, de la provincia de Las Tunas.

La clásica solidaridad de los motoristas
Integrantes del Club de motos clásicas de Cuba en Las Tunas.

Reunidos en fila frente al Restaurante 1876, en el reparto La Victoria, de esta ciudad, estaban ellos, con sus chaquetas, sus pequeños motores marca Whizzer, sus sonrisas, dispuestos a recoger a la mayor cantidad de tuneros que estuvieran en las paradas intentando llegar a su destino final.

«Nosotros le damos gran importancia a lo que es el trabajo al servicio de la sociedad y el problema del transporte no puede ser un problema de las personas que se quedan en las paradas durante largo tiempo, sino de todos nosotros», comenta Rodolfo Ávila, uno de los jóvenes miembros del Club.

Pero en esta ocasión los Clásicos de Cuba no están solos, a ellos se unieron miembros de Tony Garage, que es un taller de motorinas eléctricas, y de los miembros del Club Escudería Che Guevara, dedicados a las carreras de motos.

«Ante el llamado para contribuir al transporte de la población nosotros automáticamente vinimos, y pusimos en disposición nuestras motos, nuestro tiempo, nuestros deseos y sobretodo la voluntad de hacer el bien», expuso Yuri Cutiño, relacionista público del taller de las motorinas eléctricas.

Así recorrí junto a ellos gran parte de la ciudad, comenzando en el Parque 26 de Julio,  hasta llegar a Los Pinos y luego al hospital general docente Ernesto Guevara.

No puedo dejar de mencionar a Wilfre, un motorista particular que al ver la acción quiso ser protagonista de la misma.

«Yo los vi reunidos en La Victoria y quise unirme. Trasladé a una señora de 70 años, que venía para la farmacia del hospital. Al bajarse me abrazó y me deseó cosas hermosas, creo que nunca podré olvidar ese momento. Me siento feliz conmigo mismo».

Organizados, disciplinados y atentos, hacían pausa en cada parada y llamaban la atención de un pueblo que se detenía en su andar para apreciar a la caravana de motoristas. El agradecimiento y el aplauso del pueblo se manifestaba en cada mirada, en cada sonrisa.

Luego de vivir la hermosa aventura solo pienso en lo que se pretende y lo que se logra. Intentan hundir a un país, que se alza cada vez con más fuerza y mayor unión.

/mdn/

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