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«Nuestra misión es prepararlos para la vida», dice director de la escuela especial 13 de Marzo de Jobabo

«Cuando el padre de Javier vio al niño cantando y actuando ante sus compañeros y maestros se echó a llorar, se escondió detrás de un árbol y no paraba de soltar lágrimas. Le era imposible imaginar que un niño tan tímido, que prácticamente ni hablaba, se convirtiera en todo un artista­» relata Miguel Acosta, director de la escuela especial 13 de Marzo, de Jobabo.

«Y lógico, quién no conoce este mundo, lo que hacemos aquí, si no lo vive y lo ve no se imagina siquiera cómo aprenden a comunicarse, a relacionarse, a ser responsables, cómo se desenvuelven en un oficio, que ellos mismos escogen. Sencillamente los preparamos para el futuro, sea cual sea su disfuncionalidad cognitiva» argumenta.

Al lado de Miguel estaba otro muchachón de unos 14 años, esperando para darle un abrazo y posar para una foto con el hombre que ha sabido en estos últimos años, con un carisma inigualable, mover el colectivo de esa escuela a todo ritmo, con exigencia, pero con ejemplo y total dedicación, porque es el primer motivador de sueños materializados.

Así como este inusual director conduce un centro de enseñanza tan complicado como es la 13 de Marzo hay otros 100 trabajadores que igualmente dedican más de la mitad del día a esos sonrientes y voluntariosos estudiantes que la mayoría de las veces no se acuerdan del nombre de sus padres pero sí el de ellos, sus maestros, o simplemente les dicen papá o mamá porque ven tanta familiaridad que les es imposible distinguir que son sus tutores educativos.

En el centro de la escuela, en un pequeño parquecito lleno de bancos, un grupo de alumnos de diferentes tamaños y edades rodeaba a una maestra mientras ella acariciaba la mano de un pequeño como si fuera su hijo ¿Qué es eso si no amor, verdadero amor por su profesión?… «Aquí, quien no sienta de verdad esta profesión, vea a los niños como si fueran sus hijos y tenga la paciencia de educar, no tiene trabajo, no encaja en esta escuela», dice mirando la escena una de las docentes de más años en el centro.

Un panorama tranquilo, sin ruido, pero con mucha actividad, sobre todo cuando les da por ensayar, sí, ensayar, porque tienen una agrupación musical ya reconocida en todo Jobabo y hasta en Las Tunas, «Y como les gusta presentarse a tocar en cualquier parte. Si uno los deja andan con los instrumentos al garete por todo Jobabo guaracheando» suelta Miguel con una sonrisa.

«Bueno, yo soy el culpable de eso. Les compongo las décimas y de vez en cuando canto e improviso algo con ellos» se refunfuña el mismo.

El ambiente educativo es como cualquier otro centro de enseñanza, con la particularidad que las aulas, además de la pizarra, las mesas, los estantes, los murales y otros característicos medios de enseñanza, son talleres creativos, llenas de juguetes didácticos o instrumentos de trabajo.

«En estos talleres aprenden un oficio, luego se incorporan a un trabajo apropiado y se les brinda un buen seguimiento por parte del personal de la escuela» explica Rider Sánchez, quien lleva más de 20 años como instructor de carpintería.

«Ahí los ves en el taller. Manejan muy bien el instrumento, aprenden rápido y le toman más interés que otros niños o adolescentes de su edad. Sobre todo, son voluntariosos, cariñosos, comprensivos y obedientes. Todo eso se aprecia cuando los trata con comprensión y mucho tacto», refiere y señala a tres varones que ya saben muy bien el dominio de esos utensilios de un arte milenario.

Una de las particularidades de esta escuela especial es el quehacer del grupo de trabajo de psicopedagogos y especialistas en las particularidades de la enseñanza para estudiantes con discapacidades cognitivas.

«Una de las principales tareas de nosotros es el trabajo directo con la familia. Conocemos cada detalle de su convivencia, de su educación familiar, de las manifestaciones conductuales, y tratamos de brindar una atención diferenciada atendiendo a las necesidades individuales de cada alumno. Estudiar su comportamiento y potencialidades individuales nos ha dado resultados en hacer más efectivo y ágil su educación integral», manifiesta la psicóloga Madaly Álvarez Fernández.

Quienes visitan ese centro educacional, que sí es especial en todos los sentidos, quedan impresionados por la manera en que se desenvuelve la docencia, por el ambiente, ese ambiente de constante actividad, y la forma de conducirlo de Miguel Acosta, un director que se sale del guión tradicional de quienes dirigen una escuela hace más acogedora la estancia de docentes y estudiantes.

«Nuestra misión es prepararlos para la vida, hacerlos hombres y mujeres con todas las capacidades para la convivencia social, y que nunca lleguen a sentirse marginados o rechazados» concluye Miguel con orgullo de sus más de 100 alumnos. (Radio Cabaniguán)

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