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El 10 de marzo de 1952, día infame para Cuba

El 10 de marzo de 1952, día infame para CubaMuy temprano en la mañana del 10 de marzo de 1952 salieron los tanques del cuartel Columbia de La Habana. Bajo el mando del coronel Fulgencio Batista, recorrieron las pocas cuadras que los separaban del Palacio Presidencial.

El presidente Carlos Prío Socarrás, sin oponer resistencia alguna, cedió su lugar al antiguo sargento. Se consumó así, sin disparar un tiro y sin el menor incidente, el zarpazo a la democracia, como lo calificó el entonces joven abogado Fidel Castro.

Fue una denuncia valiente y exacta acerca de lo que había acontecido aquella madrugada en que de nuevo los tanques tomaron La Habana y la población amaneció lamentándose del retorno del crimen y la tortura.

El golpe de Estado marcó un punto de desviación en la historia de la Cuba de entonces. La muy compleja situación en el orden económico, político y social, además la expansión de los Estados Unidos por las Américas mantenía a la Isla en su punto de mira.

Las consecuencias tuvieron su mayor repercusión en el plano político porque contribuyó a crear una situación revolucionaria en toda aquella aguerrida juventud que despuntaba con profundos intereses patrios.

El golpe de Estado consolidó a Batista en el poder, abolió la Constitución de 1940 y ratificó que la democracia burguesa en Cuba estaba en crisis; pero también, y es la gran lección de la historia, abrió un nuevo periodo de luchas que no terminaría hasta la victoria revolucionaria del Primero de enero de 1959.

Pero el pueblo de Cuba tuvo que vivir una de las etapas más difíciles de la república neocolonial, extendida a casi siete años de lucha y enfrentamiento a la más sanguinaria y cruel tiranía sufrida por el país, una de las más repulsiva y bárbara de la historia americana.

Para aplicar esa política creó, perfeccionó y reorganizó un aparato represivo en función de aplastar toda oposición posible, una de las fuerzas más corruptas y criminales que haya conocido la República.

Aunque, las palabras finales de Fidel en el artículo de denuncia «¡Revolución no, zarpazo!» fueron proféticas: «Cubanos: Hay tirano otra vez,  pero habrá otra vez Mellas, Trejos y Guiteras. Hay opresión en la patria, pero habrá algún día, otra vez, libertad.

«Yo invito a los cubanos de valor, a los bravos militantes del partido glorioso de Chibás; la hora es de sacrificio y de lucha, si se pierde la vida, nada se pierde, vivir en cadenas es vivir en oprobio y afrenta sumidos. Morir por la patria es vivir».

A 66 años de aquellos hechos no debemos olvidarlos, cuando hoy muchos quieren que así suceda.

Los cubanos de hoy levantamos las ideas para recordar a aquellos que cayeron combatiendo a la dictadura desde lo más intrincado de nuestras montañas hasta las ciudades para hacer realidad las conquistas de la revolución que triunfó el primero de enero de 1959.

/mdn/

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