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En Las Tunas se respira béisbol

En Las Tunas se respira béisbol
El pueblo muestra de diversas formas el seguimiento y apoyo al equipo los Leñadores.

Las Tunas-. El ambiente de Las Tunas es distinto desde que los Leñadores entraron en la final de la pelota cubana. Amigos de Ciego de Ávila que me acompañaron en mi paso por la Universidad de Camagüey me dice con frencuencia: «entendemos lo que se siente cuando tu equipo da pelea en un campeonato, es como si el béisbol lo cambiara todo».

En realidad nunca imaginé que un deporte pudiera dar un giro a la vida de una ciudad y sus pobladores. Puede que se siga haciendo lo mismo: los niños y jóvenes a las escuelas, los padres a los trabajos; sin embargo él ánimo y la energía que se disfruta es solamente comparada con la satisfacción que se experimenta al cumplir con un gran deseo del alma.

No cabe dudas de que los miembros de la novena son catalizadores de emociones. ¡Cuánta felicidad desbordada ante un buen batazo o una buena jugada! Estés en tu casa frente a un televisor, escuchando la narración por Radio Victoria o en los palcos del estadio Julio Antonio Mella los incontenibles gritos, aplausos, consejos, y hasta la idea de impotencia cuando no puedes hacer más que ser un ente totalmente sujeto a la actuación de otros, son sensaciones imposibles de obviar ante la presencia de un partido en esta etapa de campeonato.

Propio de cubanos (as) extrovertido (as), caminamos por la calle y al escuchar «Pablo debía haber hecho esto…o aquello», sin darnos cuenta estiramos nuestros oídos, disminuimos la velocidad de nuestro andar y hasta nos tomamos la frescura de intervenir en la opinión de otro que como cualquiera, siente que la furia del béisbol le corre por las venas.

Ellos son un equipo, que logra magia en una ciudad. Quizás nunca lleguen a comprender la magnitud o repecusión que en la vida de quienes los siguen tenga el recuerdo de un abrazo, un apretón de manos, un consejo o hasta el más leve roce de la mirada.

Ni hablar de los que sostienen amistad con miembros de la lid, el decir: «Yo un día hablé con Viñales y me dijo…» o el «el está casado con la prima hermana de mi ex mujer» son expresiones que hacen sentir grande al más simple mortal que habite dentro de un mar de afición enorgullecida por la actuación de los que comienzan a convertirse en sus héroes.

Todo no es color de rosa. Los rumores, que muchas veces ocasionan daño a los que otorgan alegrías, son inevitables. Ya estos jóvenes atletas se convierten en una especie de «megaestrellas», con muy poca vida personal privada y el título de paparazzis lo tienen todos los que le sepan un tantico de su comportamiento social.

Así se vive el béisbol en Las Tunas. Los leñadores sacan chillidos hasta a las más dotadas profesionales con títulos honoríficos pero también abrazos, buenos deseos y bendiciones hasta de los más humildes caminantes de la ciudad.

El poder regalarles un café en un buen lugar es la forma de demostrarles el amor y el agradecimiento que les tributan por ser capaces de regalar sonrisas, emociones y un maravilloso espectáculo.

La tropa de guerreros, aunque jóvenes la mayoría, debe llevar en sus carteras un medidor de comportamiento, porque están siendo evaluados todo el tiempo por un exigente público, que a pesar de quererlos, ven la satisfacción de sus deseos en sus manos.

En Las Tunas se respira béisbol, se habla de béisbol, se discute, se ríe, se llora, pero es ese el otro espectáculo que el deporte nacional es capaz de promover fuera del terreno del Mella, ese que por no ser narrado o televisado no es menos hermoso.

/mdn/

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