Las Tunas.- Son diversos los profesionales que prestigian el Sistema de Salud Pública en la provincia de Las Tunas. Su labor es vital para garantizar indicadores que denotan el quehacer en servicios como la Terapia Intensiva en el Hospital Provincial Mártires de Las Tunas, de referencia en el país por su alto índice de supervivencia.
Entre ellos dos galenas marcan el cambio generacional de un área que sentó bases con el legado del doctor José Carlos Rodríguez, quien convocó al primer Diplomado en Terapia Intensiva y asumió la responsabilidad de la inauguración en septiembre de 1983.
Graduada en el 2021, Camila Diana Reyes Carmenaty se convirtió en especialista de primer grado en Pediatría dos años más tarde, y al concluir se incorporó al Diplomado en Terapia Intensiva Pediátrica, un sueño perseguido desde su opción de verticalización de los estudios.
«Muchas personas se sorprendieron cuando dije que iba a ser intensivista, Pediatría es una especialidad muy linda, vivimos la parte más bonita al salvar a ese pequeño. Cuando te llega en estado de gravedad, el deseo de sacarlo adelante es algo que te supera, haces todo lo posible para recuperarlo», confiesa esta joven de mediana estatura y fuerza indescriptible en la palabra.
«El niño es un ser humano tan pequeño, indefenso y a la vez tan fuerte en sus ganas de vivir, eso lo vemos día a día y nos exige estar bien preparados. Ellos luchan y creen en la magia, con esa fantasía y la inocencia los envuelves y tienes una mejor respuesta, una forma de expresarse muy diferente al paciente adulto.
«Cuando recibes un niño grave o muy inestable y en pocas horas con mucho trabajo o a veces ventilados logras una evolución muy favorable sientes esa alegría indefinible, aunque también vivimos la parte fea al perderlo y es un dolor que no se compara. Somos de las personas que más sufren, luchamos para que no pase y, gracias a Dios y al esfuerzo de todo el colectivo, en su mayoría salen sonrientes y hasta te reconocen en la calle como su doctora, eso es indescriptible para un médico».
Confiesa que de cierta manera «la parte más difícil es cuando tú no sabes qué más hacer, y aunque en un primer momento nunca estuve sola porque tuvimos el acompañamiento y la amplia experiencia del doctor Luis Enrique Rodríguez Pérez (Mellizo), ese fue el temor más grande, enfrentarme al servicio.
«Un año como especialista es poco tiempo, me hice especialista y me incorporé aquí. Me incliné en el internado vertical por la Pediatría y en hacer como segunda especialidad Intensiva, así hice el sexto año de la carrera.
«Cuando inicié la rotación por el Cuerpo de Guardia del hospital, atender al niño en urgencias, discutirlo y trasladarlo a la sala de Terapia Intensiva, me inclinó mucho más por esta labor; además quería ver qué más podía aportar en su recuperación», comenta Camila Diana, quien tiene muchas ambiciones en los cuidados al niño, seguir la superación en su área y dar lo mejor de ella.
Esta empática joven no puede comparar el quehacer dentro de la Terapia Intensiva, «son muchas horas sin descanso, «somos el minuto a minuto al lado del niño inestable, no es el paciente que le administras un medicamento y tienes que esperar el resultado, tienes que estar ahí adoptando nuevas conductas.
«Es un trabajo muy sacrificado cuando asistes a un infante hipotenso, bradicárdico o llega en paro y no sabes qué pasó. Eso nos generan mucho estrés, demanda de esfuerzo y tiempo de estudio porque nunca es el resultado de una persona es de todo un equipo de médicos, enfermeros y de la comisión que atiende al niño crítico en la cual discutimos los mínimos detalles», refiere mientras mira a su mentor y a otra de sus compañeras de batallas.
El apoyo incondicional de sus padres recompensa la ausencia al hogar y las incontables horas dedicadas a otro amor incondicional; la Pediatría es el sueño que desde niña la llevó a escoger estetos como el mejor regalo y que luego la influencia de la doctora y profesora Isora Magdalena Sánchez Lorenzo, a quien considera paradigma, provocó la admiración por la Clínica como alumna ayudante de Medicina Interna hasta que se enamoró de la Pediatría que hoy transforma su vida.
Vocación humanista y solidaria de la mujer médica
En las páginas memorables de la historia de Cuba son muchas las mujeres que marcan con su impronta el quehacer de la mujer tunera desde la Medicina, un legado heredado de la cubana Laura Martínez de Carvajal, considerada la primera mujer en graduarse de Medicina en 1889, según datos históricos.
Entre los cinco mil 675 jóvenes que pertenecen al sector sanitario de Las Tunas otra galena enarbola el ejemplo con su quehacer diario, Lisdany Rodríguez Carbonell quien es especialista de Primer Grado en Pediatría desde el 2021. Ella recibió la admiración de sus compañeros de trabajo durante la asamblea anual del hospital Mártires de Las Tunas.
«He transitado por varias áreas de manera rotatoria durante el proceso de la residencia y después trabajando como especialista. Empecé en el Cuerpo de Guardia, me trasladé a la Terapia Intermedia, luego me dieron el derecho de hacer el diplomado y me incorporé porque era mi objetivo quedarme trabajando en esta sala.
«La responsabilidad de hacer un diplomado de formación y asistencia médica para formarnos de manera directa en el servicio como especialistas de la sala fue un reto grande; solo quienes estamos aquí sabemos cuán difícil es, porque son los pacientes más inestables de toda la institución».
Lisdany en menos de año asumió este desafío profesional con una amplia preparación que recibió del doctor Mellizo, «le llamábamos ante cualquier inquietud, una guardia es difícil e insuperable ante las diversas conductas y procederes riesgosos que asumes en dependencia del caso, pero siempre con una alta preparación.
«Sacar al paciente de la gravedad es la mayor satisfacción, pues todo paciente crítico presenta riesgo de fallecer y este colectivo se desdobla para salvarlo y adoptar decisiones en conjunto. Resulta gratificante ver su mejoría cuando lo sacas para una sala abierta, y cómo, junto a su familia, se van contentos y te dicen adiós. Trabajamos por amor porque nos gusta la profesión; llegas a considerar a la Terapia como tu otro hogar».
Estas galenas, que forman parte de un colectivo de invaluables hazañas para la familia tunera, asumieron junto a otro joven el reto de prepararse primero y responsabilizarse del niño grave en la provincia que, en el 2024, logró la supervivencia de 122 niños menores de un año, de ellos 37 con ventilación artificial y más de 60 críticos e inestables con diferentes patologías.
La sonrisa de los pequeños y el agradecimiento eterno de la familia reconforta la labor que asumen y que espera de ellas el crecimiento continuo en un servicio que suma galenos de alto compromiso y con el orgullo de ser integrantes del ejército de batas blancas.
/mga/
Comente con nosotros en la página de Facebook y síganos en Twitter y Youtube