Por: Dr. Alejandro Mestre Barroso, Especialista en Toxicología
Transcurría el año 2011 cuando una de las bandas de música popular bailable más importante de nuestro país, sacara a la luz un tema musical que, por su sonoridad, ritmo contagioso y letra pintoresca, la convertirían en uno de los de preferencia de los bailadores y amantes de la música cubana.
Pero la capacidad de “enganche” de este tema musical trascendía sus propiedades sonoras, pues esa atractiva letra se refería por primera vez a una nueva droga alucinógena que comenzaba a ganar espacios en Cuba.
Su nombre fue evolucionado y cambiando constantemente; conocida en su momento como la bailarina, luego pasó a llamarse, cielo azul, diablo rojo, la bella durmiente, hasta que por temas comerciales o evoluciones lingüísticas de los consumidores se generalizó el nombre de Químico, un cannabinoide sintético que por sus síntomas se clasifica como droga alucinógena que posee gran capacidad de estímulos sobre sus receptores y al compararse con la marihuana, que pertenece a este mismo grupo, la potencia se supera hasta 50 veces.
Estas características provocan una gran capacidad adictiva, y por consiguiente un aumento el daño de los consumidores. Es una droga que en ocasiones se desconocen sus principios activos, pues los traficantes con el objetivo de aumentar su volumen y ganancias monetarias, la adulteran con otras sustancias tóxicas, para provocar una hiperestimulación en el consumidor con un incremento del daño orgánico.
Las formas de consumo varían según la presentación de la droga, la encontramos en aceites, “picaduras” y una de las últimas presentaciones que aparecieron en el mercado fue el “papelito” todas estas presentaciones por lo general se fuma, en el caso de la última no despide olores en el momento del consumo, por lo que puede camuflarse como un cigarrillo tradicional.
Las principales afectaciones sobre la salud de aquellos que la consumen variarán según la edad y el tiempo de exposición a ésta, predominan efectos cardiovasculares (hipertensión, taquicardia, arritmias, bloqueos de II y III grados e infartos), neurológicos, (convulsiones, fasciculaciones, alucinaciones visuales, gustativas, táctiles, auditivas y olfativas, ataxia, midriasis) y sicológicos, entre otras.
Por sus capacidades de hiperestimulaciones sobre el sistema nervioso central y otro mecanismo de acción puede llegar a inducir en el consumidor patologías psiquiátricas como, cuadros psicóticos agudos, depresión y llegar incluso a la esquizofrenia.
Los signos de alarma que permiten conocer o sospechar del consumo de este tipo de sustancia en algún familiar o amigo varían, pero por lo general lo delatan ciertos aspectos como:
Ojos rojos
Dilatación de las pupilas
Lenguaje tropeloso
Palpitaciones
Hipertensión
Alucinaciones a nivel de todos los sensores
Risa inmotivada
Euforia, excitación
Pérdida de la conciencia
Movimientos involuntarios
Cambios de humor
Trastornos de la conducta
Cambios en la calidad y horarios del sueño
Pérdida de objetos de valor, tanto personales como del hogar
El sistema de salud pública cubano tiene bien definido el tratamiento integral para el paciente adicto, en cada policlínico del país existe una consulta para el tratamiento de esta patología a nivel pediátrico y de adultos, además se crearon líneas telefónicas de ayuda, la más conocida es el 103 o línea confidencial antidrogas.
El proceso de deshabituación (nombre del tratamiento a pacientes adictos) es extremadamente complejo, sólo el 10 % logra con éxito desintoxicarse, tras definirse como paciente adicto, este lo será para toda su vida y la posibilidad de recaída siempre está presente, por todo lo anterior expuesto lo mejor será NO EMPEZAR.
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