Las Tunas.- El trabajo voluntario es una de las enseñanzas más valiosas que legó Ernesto Che Guevara al pueblo cubano, y que en estos tiempos difíciles renace como fórmula triunfante para impulsar tareas; dirigentes y obreros empuñan las mismas rudas herramientas para labrar el campo o levantar una edificación.
La historia nos remite a aquella fría madrugada del domingo 23 de noviembre de 1959, cuando los habitantes de Manzanillo subieron a un grupo de camiones enviados por el Comandante Manuel Fajardo, entonces jefe de operaciones en la Sierra Maestra, para apoyar la convocatoria del Che.
También a gran cantidad de trabajadores y campesinos de Yara, Campechuela, Calicito y otros barrios de la región renunciaron al día de descanso para ayudar a levantar en tiempo récord una escuela en el Caney de Las Mercedes en Sierra Maestra
Guevara en diversas ocasiones expresó su profunda convicción de que el trabajo voluntario era una poderosa herramienta para formar ideología y contribuir a neutralizar la actividad contrarrevolucionaria.
Tras aquel histórico domingo vendrían otras obras de choque en las que el Che estaría entre los primeros en ofrecer su aporte. En los cortes de caña, en las producciones de las industrias, en las construcciones de obras económicas, en la carga y descarga de los puertos, siempre predicó con el ejemplo.
La permanente impronta del Guerrillero Heroico, Fidel, Raúl, Vilma y otros líderes del proceso revolucionario nos estimula a recordar que la unidad y el desinterés material son inseparables de cada nueva obra que se realice en nombre de la Revolución Cubana, dentro o fuera del país.
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