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Las Mipymes, entre el espanto y la ternura

¿Al final las Mipymes son buenas o malas?, me preguntó en medio de un diálogo sobre economía uno de mis vecinos más cercanos, cuando después de debatir sobre el tema no nos poníamos de acuerdo.

Para mí son buenas, le dije a rajatablas, lo que pasa es que tienen distorsiones con sus precios y algunas en su concepción y por eso la gente habla mal de ellas.

Y es que las Micro, pequeñas y medianas empresas, que es el nombre completo de las Mipymes, tienen muchas ventajas económicas y son organizaciones que existen en otros países como Pymes y con buenos resultados.

De acuerdo con opiniones de especialistas internacionales entre las ventajas está su naturaleza heterogénea que contribuye a que se distingan claramente entre ellas, cuentan con una estructura organizativa sencilla y descentralizada que les otorga flexibilidad para afrontar los cambios continuos del contexto económico, poseen un carácter pionero, de innovación y creatividad, ya que pueden realizar productos individualizados y permiten un flujo de comunicación dinámico e inmediato entre sus miembros, con lo cual se evitan procesos burocráticos que entorpecen las decisiones y acciones.

Estas formas económicas se desarrollan en sectores cuyo rango de operación es pequeño, en actividades que no requieren incurrir en costos fijos considerables, ni promocionar productos mediante el uso de la publicidad masiva, conviven con las grandes empresas, con bienes y servicios parecidos, se encadenan con las grandes organizaciones y suman valores, lo que permite bajar los costos y conservar ambos su cartera de productos y servicios.

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Ahora, más allá de que estas empresas también apoyan el equilibrio regional, diversifican la economía y son generadoras de empleos me detengo en esos bajos costos con que pueden gestionar su economía, con lo cual los precios también debian ser más bajos, asequibles a la mayoría de la población.

¿Y por qué no sucede así?

Lo primero es que las distorsiones en los precios, que prácticamente nacieron con las Mipymes, no han sido corregidas y por el contrario, los productos se venden a como consideren sus dueños, siempre con la defensa a ultranza de que el dólar, que proviene del mercado informal y es bueno decirlo, está muy alto y la cuenta no da, sin tener en consideraciòn que es el pueblo el que sufre esos precios inalcanzables para no decir abusivos.

También es bueno preguntar: ¿alguien sabe a ciencia cierta cuánto gasta una de esas organizaciones económicas y cuánto gana en su gestión? ¿Acaso alguna tiene ficha de costo para establecer sus precios? Estas preguntas no tienen respuestas y por lo tanto no se pueden exigir precios a partir de lo que realmente se gasta y con un margen de ganancia con medida.

Otro tanto en contra lo es sin dudas la evasión de impuestos porque sus dueños se niegan, a veces solapadamente, a ingresar en el proceso de bancarización, con lo cual se pierde la ruta del dinero, y esto trae consigo, además, el que los bancos no cuenten con el efectivo necesario para sus operaciones, porque la mayor parte del dinero está en manos de esas formas económicas que son, nadie lo dude, las

Con todos estos argumentos que son preciso tener en cuenta a la hora de comercializar de cara a la población, ¿las mipymes son buenas o malas? Diga usted.

/lrc/

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Miguel Díaz Nápoles
Miguel Díaz Nápoles
Periodista, fotorreportero, realizador de cine, radio y TV, profesor universitario. Master en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana. Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en Las Tunas. Conferencista sobre temas de Comunicación, Periodismo e Internet. Premio Nacional de Periodismo hipermedia 26 de Julio en 2006 y 2007. Ha sido galardonado en varias ocasiones con el Premio Provincial Ricardo Varela Rojas por la obra del año y de Periodismo Ubiquel Arévalo Morales y en otros certámenes del sector. Fue reportero del diario 26. Durante el 2001 le dio cobertura informativa a la labor de los médicos cubanos en Ghana, en el África Subsahariana y sobre sus experiencias escribió el libro Hacia el reino del silencio, publicado en 2008 por la Editorial Pablo de la Torriente Brau, de la Unión de Periodistas de Cuba. En 2000 creó Tiempo21, edición digital de los Servicios Informativos de Radio Victoria. Productor del largometraje Los Cuervos y el cortometraje Homoerectus, de producciones Acoytes-Uneac, Las Tunas. Durante 2016 y 2017 se desempeñó como editor de contenido de la Dirección General de Multimedia en Español, y de las Mesas de Redacción y Asignaciones del canal multiestatal TeleSur, en su sede central de Caracas, Venezuela.

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