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Mi ciudad, el Ave Fénix de Cuba

Las Tunas.-Muchas veces quise salir de mi ciudad, en busca de otros horizontes, nuevas metas, en fin, de un ambiente diferente al que estaba acostumbrada por más de 18 años.

A esa edad era muy fácil asombrarme con cualquier cosa, para ser honesta lo más lejos que había viajado era hasta Puerto Padre, sí, no es broma, jamás había salido de la provincia, primero por el detalle de los estudios, siempre me centré en sacar buenas notas para obtener una carrera brillante, y olvidaba por completo disfrutar de vacaciones y esas cosas.

La oportunidad se dio, al fin pude conocer otros lugares, otras personas que sinceramente me sorprendían pues, aun cuando pertenecemos al mismo país, me di cuenta de la cultura tan variada que abunda en una región.

Mi primera experiencia lejos de mi ciudad fue Camagüey, tierra llena de cultura, a mi entender, y por no conocer otros sitios, era un sueño vivir allí. Hasta que comencé a extrañar mi balcón, Las Tunas era todo lo que siempre tuve, eran sus calles llenas de personas, eran los saludos en las mañanas de personas que ni conocías, pero que estaban dispuestas a darte un gesto de cariño.

Comencé a extrañar mi estadio de pelota, el de Camagüey era lindo, sí, pero el Mella, ese era mi favorito, la sensación de estar en casa no se comparaba. Fueron tantas cosas que vi y escuché que me hicieron entender que por mucho tiempo quise salir del lugar al que pertenecía.

Puede no ser la ciudad más bella de Cuba, quizás no tenga lugares exóticos para visitar o no esté llena de pintorescos paisajes, pero mi ciudad en las noches se llena de vida, las esculturas se embellecen pues salen a pasear junto con las personas que inundan las calles, y lo más importante, es que sus puertas están siempre abiertas para cualquiera que venga por primera vez, o como yo, que regresé por extrañarla.

Doscientos veintiocho años se dicen fácil, pero llegar a esa edad es de mérito, y aún más cuando fue quemada para no hacerse esclava, para mantenerse libre. Reconstruirse no es nada sencillo, eso lleva tiempo, empeño y sacrificio, pero mi ciudad lo logró y por eso la admiro, muchas veces uno mismo pasa por alto ese detalle, si a una persona le es difícil volver a ponerse de pie, imagínense una ciudad entera.

Por eso la admiro, por eso regresé a ella lo más rápido que pude, como el hijo pródigo después que busqué fuera de casa y no hallé nada que se comparara, volví y como buena anfitriona me recibió abriendo los brazos. Mis felicitaciones eternas para mi ciudad y los deseos de que siga llena de vida y con más brillo que nunca.

/lrc/

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