Escrito por Dayana García Roldán
Las Tunas.- La arrancada de una nueva etapa lectiva encierra desafíos, metas y sueños. El estrenado motor del curso escolar impulsa la oportunidad de sobreponerse a tiempos difíciles para demostrar que aprender va de la mano con ser mejores.
Si bien los estudiantes son los protagonistas durante el viaje, hay otros jóvenes que, consagrados con su quehacer, manejan el timón que “moldea la arcilla”, como educadores.
Yolber López Ramírez tiene 26 años y aunque no es chofer, conduce a sus educandos por la asignatura de Español Literatura en la escuela militar Camilo Cienfuegos, de esta provincia. Con él basta el diálogo para comprender ciertas rutas que hoy muchos catalogan de escabrosas.
¿Cuándo decides que querías ejercer el magisterio?
“De alguna manera mi familia influyó, pues mi papá y mi tío son maestros, pero es cierto que de niño jamás me visualicé como tal. Sin embargo, es algo que ya viene en el alma de quienes tienen educadores a su alrededor, con el tiempo despertó en mí el amor por la profesión.
La decisión final llegó mientras cursaba el duodécimo grado en la escuela militar. Llegaron carreras pedagógicas con el objetivo de formar profesores que contribuyeran con la educación en las Fuerzas Armadas. Me llegó la licenciatura en Español Literatura y una vez graduado comencé en esta institución”.
¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo?
“La oportunidad de escuchar a ese adolescente que comienza su paso por la vida y poderle transmitir una enseñanza, eso sin dudas es lo mejor. La dicha que tiene un profesor de llegar al aula, repartir conocimientos, dar un consejo, no la posee cualquiera.
Años después ver que la semilla sembrada germinó, percibir los resultados a través de un médico, ingeniero, económico… llena de gran satisfacción. Y lo principal es el amor, si usted carece de amor por lo que hace, va a ser muy difícil que logre enseñar”.
¿Cómo crees que te ayuda el ser joven a la hora de impartir clases?
“Me ha permitido llegarle a otros jóvenes, desde la propia aula, las dinámicas de enseñanza y las actividades. He estado en el puesto de profesor guía, lo cual me parece una tarea complicada, pero a la vez hermosa. Así uno se vuelve capaz de entender los problemas y cómo solucionarlos.
Considero que me he ganado la confianza de mis alumnos y desde mi juventud trato de dar lo mejor posible, para que se hagan mujeres y hombres de bien”.
¿Has tenido alguna experiencia triste durante tu desempeño como profesor?
“Decir adiós a estudiantes que no han sabido aprovechar el tiempo de estudio y deben abandonar el centro. Uno trata de guiarlos por este camino de sacrificio que recorremos juntos y me duele que queden atrás.
A veces he tenido que darle a un estudiante la lamentable noticia de un familiar fallecido, porque como profesor estoy cerca de ellos y en ocasiones toca esta parte.
Descubrir problemas existentes en el hogar, causantes de una conducta en el aula, de malas notas. Resulta difícil enfrentarse a estas realidades y jugar un papel primordial para ese adolescente”.
Sigues superándote como profesional, ¿cuál es la próxima meta para Yolber?
“Soy alguien a quien le gusta demasiado la superación, definir objetivos. Uno debe ser inconforme y seguir adelante. La vida demuestra que con sacrificio y dedicación se logran grandes cosas. Los límites los escoge cada cual y el conocimiento nunca sobra.
En abril discutí la Maestría en Didáctica del Español y la Literatura, lo cual constituyó un momento inolvidable. Nada fácil, pero me permitió crecer laboralmente. Los buenos resultados están llenos de esfuerzos.
Tuve, además, la oportunidad de habilitarme como locutor de radio y televisión. Hecho que me mantiene agradecido con los involucrados en el curso. Hoy me comunico muy diferente a como lo hacía antes. Más allá de obtener habilidades para los medios, enfatizó mi seguridad dentro del aula.
Lo siguiente para mí, realizar el doctorado en Ciencias Pedagógicas. Pretendo dirigir mi investigación hacia lo que llama mi interés hasta ahora, la comunicación”.
En la calle de la cotidianidad transita la historia de gente cuya consagración supera a los desafíos. Quizás en la acera de enfrente se hallen muchachos como Yolber, poniéndole freno a las dificultades para abrirse paso. Y erguido frente a un aula, ponga en marcha la mecánica de un joven educador.
/mga/
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