Las Tunas.- Muchas veces la vida de los pacientes pende de la mano de los cirujanos y en Las Tunas sus profesionales gozan de prestigio y admiración como la doctora Marta Rosa Martínez Torres, especialista de segundo grado en Cirugía General en el Hospital General Docente Doctor Ernesto Guevara de la Serna.
Bien supo desde su infancia el rumbo que tomaría su vida en esa labor asistencial cuando vivía en el sureño municipio de Amancio. Así soñaba con la labor prestigiada por su padre, un hombre que marcó con ejemplo el valor de los profesionales de la Salud, marcados por anécdotas que en esta ocasión acentuaron la vocación de esta galena, motivada e inspirada por la especialidad.
«Yo siempre le decía a mi padre que quería entrar a un quirófano, a lo que siempre se negaba y prometía que lo haría cuando estuviera un poquito mayor de edad. Por coincidencias de la vida un 11 de noviembre, cuando tenía 11 años, cerca de las seis de la tarde un búfalo impactó a un señor que los estaba acorralando y mi padre salió a la emergencia a asistirle, yo le dije papá voy contigo y él acentuó su no.
«Pues salí de los brazos de mi mamá y llegué al hospital de Amancio que quedaba apenas a unos metros de mi casa y logré ver aquel paciente eviscerado como tal y en el medio de la corredera de la camilla mi padre clamaba la presencia del jefe de farmacia, no había nadie que saliera y yo sabía donde vivía, salí corriendo y le dije apúrate que mi papá te necesita; desde ahí me convertí en cirujana, tenía mis trajes, mis botas, mis lazos y hasta hoy la pasión por la especialidad».
En el año 2011 recibió su título como Licenciada en Medicina General Integral y cuatro años más tarde palpaba otro título, el que representaba los anhelos de su infancia convirtiéndose en especialista en Cirugía General.
Su quehacer le permitió dirigir por dos años y medio el Servicio de Cirugía en la mayor institución de la Salud Pública de Las Tunas, una experiencia que gratificó sus sueños como parte de su carrera profesional.
«Es un servicio protagonizado en su mayoría por hombres, aunque ya hay un número significativo de mujeres y realmente es un reto mantener toda la labor asistencial, docente, investigativa, pero también un privilegio conocer las dinámicas, guiar y cohesionar un colectivo.
«La carga asistencial de un cirujano siempre ha sido difícil, desde pequeña quise ser cirujano, comencé a tener vocación por la especialidad y hoy me siento agradecida con la vida y orgullosa de haber hecho la especialidad, de tener los logros profesionales que he alcanzado».
Largas horas de pie marcan el trabajo, decisiones rápidas, responsabilidad con cada paciente y con sus familias, a los cuales suman los sacrificios de cada miembro de su hogar para cumplir con el deber asistencial, un apoyo necesario para el desarrollo profesional.
«Una vez que termina la labor asistencial de un cirujano que es ardua, muchas horas de pie, atendiendo las urgencias, las emergencias, la cirugía electiva, que también es un reto, pues entonces inició la labor más encomiable del día, soy madre de dos bebés Laura María y Anuvis Fernández que son mi razón de ser.
«Realmente implica un reto muy importante llegar a casa y tener que empezar a desplegar todas las tareas de la casa, compartir con el esposo, la vida social, la integración, todo un reto como mujer llevar las dos cosas adelante.
«Estoy orgullosa de ser cirujana, si volviera a nacer escogería esta bella profesión para salvar vidas humanas, volvería a ser madre, volvería a mantener combinada las dos labores porque indudablemente ser mujer implica darlo todo. Soy una mujer orgullosa de la vida, de lo logrado, no hay obstáculos para una mujer, ni para una cirujana graduada».
La superación constante y la calidad en las atenciones identifican a la doctora Martha Rosa Martínez Torres, Máster en Educación y profesora auxiliar, quien honra su profesión con el legado de su padre, quien la preparó de forma integral para la vida, una herencia con profunda huella.
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Conmovedora historia de la cirujana Martha Rosa. Supo su luz y cruzó el horizonte.