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Mirla Fernández y la sencillez de su grandeza

Escrito por Dayana García Roldán.

Las Tunas.- Cuando ocurre algún percance mientras se desempeña una labor, existe por costumbre incluirlo entre los gajes del oficio. En cambio, el hecho de conocer a alguien extraordinario debe considerarse un privilegio. Tal sensación queda en aquellos que se encuentran a la mujer que inspiró estas líneas.

Las costuras que conforman el corazón de Mirla Fernández Rodríguez parecen estar hechas con hilos dorados que la hacen brillar en su entorno. Sin embargo, la sencillez se define en su rostro. Con ella resulta fácil comprender que el mejor altar para las medallas y los honores es al lado de la modestia.

A sus dos amores, la familia y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), ha dedicado la vida, ambos significan la razón de existir. Hija de combatiente y cubana hasta la médula, desde muy joven se involucró en los quehaceres de la organización.

“Soy del campo y ahí se forjaron mis incursiones como federada. Cuando me mudé para acá entonces comenzó mi trabajo realmente. Aquí en Las Tunas fui organizadora de delegación y posteriormente secretaria de bloque y miembro del Comité Provincial”.

La edad de Mirla se asemeja, en número, a sus estímulos morales y ella cuenta hoy 72 años. Quizá las acciones que la volvieron merecedora de tanto reconocimiento superen las dos cifras; aunque más que dígitos representan proezas.

Casi una treintena de mujeres desvinculadas del trabajo encontraron en su hogar un espacio seguro, donde aprendieron a crear, recuerdo que Mirla recorre con mucho orgullo.

“Mi casa se volvió lugar para el trabajo, hacíamos bolsos, aretes. También las llevaba al poligráfico a hacer trabajos voluntarios hasta que un día me trajeron un carro lleno de libros para arreglarle algunas cosas y así sacamos miles de libros. En conjunto laboramos las federadas, incluimos jovencitas, y lo logramos”.

El amor por lo que desempeña trasciende el tiempo. Tras décadas de haber iniciado su paso por la Federación aún conserva el ímpetu de mantenerse activa. Hasta las comunidades distantes en la provincia llega la presencia de esta veterana, allí deja su impronta y recarga sus energías para seguir adelante.

No es de extrañar que se halle entre las pocas mujeres del país que recibiera recientemente la Orden Ana Betancourt.

“Me sentí muy orgullosa con haber recibido esa alta condecoración, yo, que soy una simple ama de casa. Eso a mí me llegó al alma, ir hasta la capital, en presencia de nuestro Presidente, nuestra Secretaria General y el día del cumpleaños de Fidel Castro, que por su legado es que estaba ahí. Fue una ocasión única que aumenta mi compromiso”.

El Aniversario de la FMC se traduce en Mirla como su cumpleaños, cual digna parte de sí misma. Consciente de que falta bastante por lograr, asegura que el método de triunfo consiste en “trabajar de frente con cada fémina, ver los problemas que tienen.

«Yo voy a visitarlas, saludarlas y preguntarles cómo están y qué necesitan. Igualmente me intereso por toda la familia, en especial los hijos. Hay que conversar mucho y enfocarse en la juventud, porque la realidad actual está difícil.

Si hay posibilidad inmediata de ayudar, pues lo hago, de lo contrario no me detengo hasta encontrar soluciones”.

Al indagar sobre cómo ella se visualiza en un futuro cercano, la palabra descanso está ausente en la respuesta.

Comenta que “pretendo estar en la FMC hasta mis últimos días. Si en algún momento se me imposibilitara caminar, cogeré un teléfono y seguiré así, mientras me alcancen las fuerzas”.

/mga/

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