Las Tunas.- Un héroe está hoy de cumpleaños y así, vivo, Cuba celebra su onomástico. Se trata de Fidel Castro Ruz, el hombre inmortal que viajó a la eternidad con 90 años cumplidos, a pesar de 638 intentos de asesinato que nunca fraguaron porque más que ser humano, siempre fue luz.
Alma de su país y ejemplo del mundo; esperanza para los más humildes y símbolo de justicia social. Así es y ocho años después de su partida se mantiene en su tierra porque ya no era dueño de su propia vida. La dio a los cubanos desde que se propuso hacer de este archipiélago-país, una tierra soberana.
A lo largo de nueve décadas, Fidel fue un hacedor de proezas. Menos de tres años después del Triunfo de la Revolución, Cuba erradicó el analfabetismo. Paulatinamente disminuyó la mortalidad infantil y en todo el territorio nacional se multiplicaron las escuelas, los hospitales, las fábricas.
Estuvo detrás de cada resultado en el deporte, la salud, las investigaciones científicas y la cultura, en la formación de profesionales en muchas especialidades y en las relaciones de amistad que se forjaron con la mayoría de los países, basadas en el respeto mutuo y la solidaridad.
Con Fidel nunca hubo dobleces, ni medias tintas. Decía lo que pensaba, tanto en su propia defensa, luego del asalto al Cuartel Moncada, como en aquellos estremecedores discursos de verbo encendido que llenaban plazas o reunían a muchos en torno al televisor.
Guerrero invencible de difíciles batallas, soldado de las ideas, héroe de la Sierra Maestra, gran pensador; Caguairán que se convirtió en leyenda desde que abrió sus ojos por vez primera en la comunidad de Birán y que fue un gigante de la dignidad y la vergüenza.
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