Las Tunas.- Los tiempos que corren son convulsos. Tanto, que en muchas ocasiones se invoca a los poderes divinos para aliviar una o varias penas porque a veces llegan juntas y creemos que es imposible superarlas.
Sin embargo, encontramos fuerzas y razones para seguir adelante, desafiando escaseces y altos precios, apagones y colas, mosquitos y enfermedades que duran pocos días, pero rinden por muchos más.
En medio de esa situación tan difícil, lo que no podemos perder es la sensibilidad hacia el otro, esa que nos hace humanos y que nos recuerda que cada uno necesita de los demás para vivir.
De eso trata la vida, de ir acompañados, con un rumbo deseado o con el que impongan las circunstancias porque nadie llega a la meta en soledad.
Así es en el día a día. Basta salir a la calle con los primeros rayos del sol y observar a los demás. Hay muy buenas acciones, pero otras causan vergüenza ajena.
Adolescentes que fuman y se maquillan como adultos, música estridente que incomoda a los vecinos, groserías en bocas femeninas y abusadores que imponen altas tarifas, lo mismo a un plátano burro que a un viaje en coche desde cualquier centro de salud.
A pesar de esas posturas, la mayoría elije vivir en armonía con los demás y por ello agradece los detalles pequeños, sonríe, da tanto o más de lo que recibe y siempre está a la defensa de las causas justas.
Una actitud positiva puede hacer reales los sueños, dar tranquilidad y ofrecer esperanzas. Basta poner a los problemas un buen rostro porque menos la muerte, todo tiene solución. Y así debemos ir por la vida. En el camino hay espinas, pero, también, flores.
/mga/
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