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Precios, malditos precios (Parte III)

Cuando uno mira el panorama cotidiano de cualquier territorio de Cuba, en términos médicos diría, que el paciente (la economía) está en “estado crítico”, ingresado en una Unidad de Cuidados Intensivos”, asistido por equipos médicos multidisciplinarios, con respiración artificial y un criterio médico: “reservado”, sobre su estado de salud. Pero a los “familiares” (todas las cubanas y cubanos) los médicos le tienen una alentadora y esperanzadora noticia: “El paciente se puede salvar. Hay vías para lograrlo”, solo hace falta que todos nos involucremos con unidad, voluntad, entusiasmo revolucionario, compromiso y fe en la victoria en su “recuperación y sostenimiento”.

¿Es posible derrotar en el terreno económico, ideológico, psicológico y moral a la Inflación?, respondería responsable y con conocimiento de causa: ¡que sí! ¿De qué depende entonces?, ¿qué hacer?, como escribió Lenin.

A nivel macroeconómico es imprescindible que los ministerios de Economía y Planificación y de Finanzas y Precios, por ende, en las provincias y municipios sus direcciones específicas, se dediquen a planificar con más precisión y efectividad.

Por ejemplo, el Plan anual de la Economía se tiene que proyectar en correspondencia con las capacidades, las potencialidades y las necesidades de desarrollo del territorio, porque en muchas ocasiones se planifican gastos que no son el resultado de la generación de riquezas y la productividad del trabajo, ni del funcionamiento eficiente de los sectores productivos, fundamentalmente el sector primario que tanto tenemos que incentivar.

En el caso de Economía y Planificación tiene que concentrarse en las cuestiones medulares y que de verdad pueda estudiar todas las tendencias de la economía, todos los impactos de las políticas, de las acciones empresariales en la provincia y haga las propuestas correspondientes a los decisores para corregir, mejorar, mantener o impulsar la economía.

Con relación al de Finanzas y Precios, tiene que exigir más disciplina fiscal, control de los precios y medidas drásticas, justas y ejemplarizantes para la práctica de la evasión de impuestos. Así como todas las iniciativas posibles para disminuir el déficit fiscal y equilibrar el presupuesto del Estado.

Hay que concientizar más a trabajadores y directivos de lo pernicioso de mantener una mentalidad importadora y de acceso, “por derecho”, al circuito de las divisas en los sectores productivos y comerciales, ello agrava el desbalance histórico de la balanza comercial, pues todavía se exporta menos y se importa más. Si un estímulo debe tener la importación, es a las materias primas, para incentivar la producción de alimentos, medicamentos, equipamiento para la generación eléctrica, transporte, industria textil, de cosméticos, sobre todo de aseo e higiene, entre otros.

Se hace necesario dejar conformado el diagnóstico de personas vulnerables, de familias vulnerables e incluso comunidades vulnerables, de manera que se transite a dejar de subsidiar productos y concentrar el subsidio en las personas. Otra acción posible a hacer es acabar de controlar el mercado cambiario y de acceso a las divisas, redimensionándolo, asumiendo que toda venta de divisa, fuera de las llamadas “cadecas” o bancos, es ilegal y por tanto, sensible de severas sanciones a su compra y venta ilícita, mientras persista la condición de “Economía de Guerra” del país.

Se podrían realizar asignaciones de liquidez de divisas a aquellas empresas, mipymes, cooperativas no agropecuarias o productores individuales con capacidad de gestionar inversiones extranjeras, que posean de manera práctica, objetiva y sostenible producciones o servicios con capacidad exportadora, de modo que lo asignado lo incrementen y puedan utilizarlo en el sostenimiento propio y en dar respuestas concretas a las demandas sociales de sus producciones o servicios. También las formas de gestión no estatal podrían realizar sus importaciones con pagos desde el sistema bancario del país y no desde el exterior.

Las llamadas “Tiendas Recaudadoras de Divisas” o en “MLC”, salvando el impacto de desigualdad social y económica que generan, para este período de “Economía de Guerra” tienen que mantenerse, pues con la divisa recaudada ayudarían a sostener en buena parte la obra social de la Revolución: educación, salud, asistencia social, deporte y tranquilidad ciudadana, por solo mencionar los principales. Habría que estudiar y hasta arriesgarnos, a persuadir a un inversionista extranjero a que abastezca de productos de todo tipo de Gama; desde la Alta hasta la Económica.

También se podría pensar en encadenamientos con actores económicos privados nacionales o cubanos radicados en el exterior, donde primen algunos principios de la inversión extranjera: una parte abastece, la otra administra (de acuerdo a lo fijado en el contrato), la estatal comercializa (fija los precios) y ambas comparten las ganancias. Pueden aparecer sub-servicios asociados a estas tiendas, asumidos por entidades estatales o privadas. Por ejemplo: transportación de carga y pasajeros: “hasta y desde esa tienda”; servicio a domicilio, venta en línea (virtual), etc.

Para concluir, nos detendremos en dos acciones posibles de realizar. Son dos, entre las muchísimas alternativas de soluciones que ofrece la vida y que se pudieran materializar con voluntad y deseos de hacer.

La primera es controlar los precios, exigir que rijan los que benefician al pueblo, a los trabajadores y que no les generen pérdidas a los comerciantes o productores; pero tampoco que vivan con esos márgenes de ganancias especulativos y explotadores.

Podemos formar, preparar y capacitar a un ejército de inspectores populares: sus fuentes son nuestras universidades, centros laborales y comunidades. Después de un proceso de conformación de precios y fichas de costos salen los inspectores a controlar. A los violadores se le aplica severamente la Ley: multa, decomiso, retiro de la licencia comercial y hasta prisión, si hay delitos económicos asociados a sus negocios.

La otra acción, hoy demostrada por unos pocos, lo que constituye la excepción y hay que batallar para convertirla en regla, es incentivar la producción nacional. Tenemos potencialidades y existen reservas. Partamos de que lo ideal es producir con piensos, fertilizantes, pesticidas y combustibles, y si son importados, mejor. ¿Pero, cómo es que coexisten experiencias, donde con estas mismas limitaciones, se han logrado mayores producciones y rendimientos?
Hay que echar la pelea, más en una provincia eminentemente agrícola como Las Tunas. Hay capacidad suficiente experiencia, dominio en el manejo de la tierra, ciencia probada para elevar rendimientos y aumentar la eficiencia productiva, todo bien encaminado para producir la comida que demanda el pueblo.

Y puedo certificar, que después de evaluar, como parte de un Grupo de Expertos del Gobierno, dirigido por el Partido, en los meses de enero y febrero de este año 2024, a 58 de las 63 empresas de nuestro territorio y a los 8 Consejos de la Administración Municipal, que hay municipios que pueden autoabastecerse de alimentos, como Amancio, y otros como Las Tunas, pudiera declarar como “soberanas a varias bodegas”, o sea, que las pudiera abastecer de todos los productos de la Canasta familiar Normada, si lo desea y propone.

La fórmula es trabajar. No existe otra. Hoy el compañero Walter Simón Noris, Primer Secretario del Comité Provincial del PCC en la provincia, está demostrando que somos un Pueblo Grande, que “nunca nos hemos quedado atrás” y que cuando los cuadros encabezan con ejemplaridad la pelea, este pueblo acompaña, se compromete y vence.

Escrito por: Dr.C. Alberni Poulot

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