Los clientes de Las Tunas están desprotegidos en cualquier forma de prestación de servicios y venta de productos. Y eso, que ya es tendencia, se convierte en irrespeto al pueblo, porque se sobrepasan los límites que por normas sociales, éticas y hasta morales, deben prevalecer en toda actividad humana.
El irrespeto al otro no puede permitirse porque la sociedad se corroe y sus bases se van quebrando, además de que las relaciones humanas, más allá del dinero que va y viene, deben ser adecuadas, empáticas, en la posición del otro.
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