El 17 mayo de 1946, guardias rurales, irrumpieron en la finca de Niceto Pérez García y lo asesinaron despiadadamente ante los ojos de su hijo pequeño para satisfacer las ansias expansionista de los hacendados del lugar.
De origen pinareño, había peregrinado a lo largo y ancho del país desde su pueblo natal de San Antonio de los Baños, hasta levantar su bohío en la finca, María Luisa en un extremo del realengo, El Vínculo, en Guantánamo.
Muy pronto se convirtió en un líder molesto para los poderosos de lugar por su lucha activa contra los desalojos y aspiraciones expansionistas de robo y corrupción de Lino Mancebo y otros terratenientes.
Tras los sucesos de Realengo 18 se incorporó a la Asociación Campesina y devino uno de los líderes naturales de la región.
El valeroso guajiro no se dejaba intimidar y en varias ocasiones dejó claro que prefería la muerte antes de abandonar su terruño.
El movimiento campesino cubano con el apoyo de los sindicatos obreros y los estudiantes de todo el país se unieron para repudiar el horrendo crimen.
La manifestación de duelo popular, en el parque Martí de la ciudad guantanamera devino acto de rebeldía ciudadana y obligó a las autoridades a detener y procesar al homicida.
En 1959, 13 años despues de su muerte, Fidel Castro escogió la significativa fecha para firmar en La Plata, la Ley de Reforma Agraria. La entrega de la tierra a miles de familias fue el mejor homenaje a quienes murieron defendiéndola.
A partir de ese momento, Niceto Pérez García pasó a ser símbolo del campesinado cubano.
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