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Yoandra Gutiérrez, con la grandeza de una enfermera neonatal

Las Tunas.- «Llevo 25 años de enfermera en el servicio en el que por sobre todas las cosas lo que reina es la calidad humana».

Fueron las primeras palabras de Yoandra Gutiérrez Velázquez, mientras recibía en el Hospital General Docente Doctor Ernesto Guevara de la Serna a los estudiantes que se forman en las modalidades de la carrera de Enfermería, en la Universidad de Ciencias Médicas de Las Tunas.

Un hablar pausado a medio tono atraía la mirada de quienes por primera vez tenían la oportunidad de conocer las experiencias de un servicio y observaban el manejo de la incubadora neonatal.

«Una vez que me hice enfermera general me incorporé a esta institución. Empecé a trabajar en el servicio de alojamiento conjunto donde se labora con la madre y el niño, luego en la sala de gestantes y por la actitud ante el trabajo y los deseos de superarme comencé un pos básico en Neonatología», refiere mientras explica cada proceder.

«Siempre me han marcado los dolores y los sentimientos encontrados, al inicio decía no puedo trabajar en Neonatología porque duele cuando un niño fallece, y alguien me dijo por el contrario tú tienes sensibilidad humana y allí lo que hace falta es sensibilidad y calidad humana», su conversación llama mucho más la atención de quienes encuentran interesante la oportunidad de adentrarse en la especialidad.

«Las personas saben que el personal sanitario se involucra con la profesión y más con esta especialidad, a medida que pasa el tiempo te enamoras mucho más porque siempre se está aprendiendo».

Manos diestras se cuelan por los huecos de la incubadora realizando múltiples maniobras para proteger el futuro, hay mucho de esfuerzo humano y amor.

«Tenemos muchos momentos importantes en la vida del profesional, eventos internacionales y nacionales, talleres, simposios, cada uno siempre gratifica el conocimiento adquirido y te sorprende con técnicas de mejores cuidados, de alimentación, de calidad de vida ante el neonato», apunta la también Máster en Atención Integral al Niño.

Cuando asistes a un evento vienes fortalecido pero cuando estás frente al paciente sientes que lo das todo y que ese niño necesita siempre mucho más amor y también su familia y tu compañero de trabajo que se suma a los desvelos por salvar esa personita», asevera esta enfermera asistencial.

El orgullo es tan indescriptible por su profesión que la hace recordar el valor de la familia, tras ingresar al salón una joven mamá que expresa la satisfacción de recobrar su paz al llevar a su bebé en brazos quien permaneció varios meses al interior de ese servicio cerrado.

«Mi familia…, -se anudan las palabras en su garganta, suspira, mientras sus ojos muestran el brillo tras mojarse por una lágrima-, tendría que empezar primero por el orgullo de los padres.

«Mi mamá siente un orgullo inmenso, mi papá que hoy no está, pero que cuando decía mi hija es licenciada, es profesora, es máster, esas son las mayores sensaciones que un ser humano puede experimentar. Aunque falleció y no me vio hacerme doctora en ciencias pero por lo menos supo que su hija quería seguir adelante.

«Ese orgullo también lo percibo de mi madrastra, de mis hermanos cada vez que hablan y expresan esa es mi hermana, es lo más grande. A mis compañeros de trabajo les comento que yo no digo soy buena, lo dice mi familia y mi hija que refiere …cuando se hable de Neonatología hay que hablar de mi mamá.

«Mi hija nació y ya era enfermera neonatal, no escogió la carrera porque se la inculqué incluso tenía otras opciones y cuando le llegó Enfermería le dije, de las profesiones es esa la más humana.

«Quisiera que fuese una gran profesional, que adquiera muchos conocimientos pero que no le falte la calidad humana, esa es mi familia y todos orgullosos porque saben que mis compañeros también son inmensamente grandes».

La vida transcurre allí en equipo, se apoyan y compensan cada esfuerzo para sonreír y entregar un recién nacido. «Yo pienso que la neonatología es la más linda de las especialidades y cuenta con profesionales especiales, hay hombres y mujeres grandes de corazón y de entrega, esos son los enfermeros neonatales.

Historias anónimos repasa ante aquellos que serán el futuro de esa profesión en Las Tunas, a ellos muestra los secretos de la labor que impone horas en vela frente a la incubadora, que a momentos derrama lágrimas en el silencio del cubículo mientras sostiene en sus pensamientos los deseos de mejorar y que compensa con la alegría de salvar una nueva vida.

Escuche el audio aquí.

/lrc/

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