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Martí y la noción del bien en la vida de Perla

Siempre activa, Perla Yanett Quintana Pérez lleva en sus actos y sus esencias la obra de José Martí. Y no por citarlo en frases o levantarle monumentos vacíos, sino porque ha incorporado a su vida el caudal de un hombre que, según nos dice, «te ayuda a vivir, fortalece el alma y el amor hacia la humanidad viviente».

Esa relación nació en la infancia, pero floreció de la mano de Ada Bertha Frómeta Fernández y Alberto Velázquez, dos tuneros y reconocidos estudiosos del Héroe Nacional de Cuba. En la Biblioteca Provincial, ambos educadores acercaron a la joven, recién egresada de la carrera de Historia, al verdadero conocimiento del ideario y el accionar del forjador de la unidad nacional.

«Me mostraron a ese Martí genial, hombre, cubano que hay que estudiar necesariamente y que sirve para la existencia», cuenta Perla, quien todavía recuerda los primeros y hermosos textos ilustrados con lecturas del Hombre de la Edad de Oro.

«Cuando pienso en él reflexiono en su profundo pensamiento ético, en su sistema de valores, que es útil para cualquiera, independientemente del espacio de tiempo, lugar o momento. Las enseñanzas del Apóstol conducen por el camino de la virtud, de la solidaridad y del bien», expresa con la sonrisa que siempre le acompaña y con el anhelo de que este cubano universal y bueno asome siempre en los ojos de cada compatriota.

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Para esta profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Las Tunas cada uno debiera dar forma a esa figura inaprensible en definiciones, discursos, ofrendas o mármoles; es en el actuar cotidiano donde mejor se siembra y crece la semilla martiana.

«Ese profundo amor por el prójimo, ese darse a los demás y al bien por encima de todo; ahí está la labor fundamental de Martí, quien no inició una guerra para desatar odios, sino para construir puentes de amor, la libertad y la dignidad plena», resume, mientras enfatiza la idea de que era esa la única salida en pos de una patria soberana después de sacrificados esfuerzos.

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Se escucha a la profesora de la facultad de Ciencias Sociales y se piensa en el hombre de levita raída, mientras cargaba en sus bolsillos los dineros recogidos para la causa libertaria; vivía en austeridad, siempre de luto por Cuba. «(…) Porque yo soy siempre aquel loco incorregible que cree en la bondad de los hombres y en la sencillez y naturalidad de la grandeza (…)», habría dicho de sí mismo el extraordinario hombre cuyo aniversario 171 celebramos hoy 28 de enero, como una fuerza iluminadora en medio de permanentes adversidades.

Lecciones de fe, constancia, perseverancia y amor encuentra en pasajes de la vida de Martí, los que relata con brevedad y devoción.  «Uno, muy joven, el presidio… pasar por tantos avatares, comparándolo con el infierno de Dante y salir de allí sin odios para los españoles, amando al ser humano; es algo mayúsculo.

«Si verdaderamente interiorizas la obra y si conoces el ejercicio de amor que fue su vida, quedas marcado para siempre. Otro momento fue cuando conoció de la frustración del Plan de la Fernandina y no cejó en el esfuerzo en pos de que la llama de la libertad no se apagara».

De esa fuerza telúrica que le acompañó y que no fue freno para lo que el Maestro consideraba su más sagrado deber: la lucha por la libertad de Cuba, habla con admiración.

«Fue víctima desde pequeño de una sarcoidosis, enfermedad granulomatosa sistémica de carácter autoinmune, capaz de afectar varios órganos y sentidos, en este caso la vista, los pulmones, el sistema nervioso y otros.

«Padeció varios males como la metalosis provocada por el grillete durante el tiempo en prisión, y fue intervenido quirúrgicamente cuatro veces, pero nunca perdió el optimismo, todo lo cual genera mayor admiración y respeto hacia el Apóstol. Tras el desembarco en Playitas subió y bajó lomas, y cargó su indumentaria de guerra como cualquier soldado».

Lo percibe como un ser humano superior, síntesis de lo mejor de nuestra historia. Como integrante de la Junta Provincial de la Sociedad Cultural José Martí y Presidenta de la Cátedra Martiana de la Universidad de Las Tunas se le ve en permanente activismo en la difusión del saber martiano y no falta, a su vez, a las actividades del Movimiento Juvenil Martiano desde el cual también veneró la obra de Pepe Julián.

«He dejado un pedazo de mí en aras de influir un poco en mis coterráneos desde la visión martiana. Me parece que es esencial para los cubanos, en todo tiempo y época. En momentos de carencias y necesidades materiales nos enseña el camino de la felicidad y no debe ni puede faltarnos en lo cotidiano. Debemos amarlo en toda su dimensión, por eso es condenable cualquier acto que mancille su figura.

«Después que conoces a Martí no puedes dejarlo nunca más», concluye; la escucho y recuerdo a Cintio Vitier: «¿Y por qué no aspirar a que todos los cubanos lo sean? No martianos redichos, huecos, repetitivos y falsos. Hombres entrados en su propia originalidad, en su propia independencia, en su propia vocación individual y nacional, en su propia humanidad universal, en su propia epopeya.»

¡Larga vida a José Martí!

/mga/

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