Las Tunas.- Lecciones de vida acumula la especialista de primer y segundo grado de Medicina General Integral, Dania Margarita Quiñones Rodríguez, de la provincia de las Tunas, una mujer que resguarda una profesión premiada de experiencias y sapiensa en las comunidades de esta localidad y de naciones como Haití y Venezuela.
Sus inicios marcan el año 1988 en su servicio social en el consultorio de Ramírez, en el municipio de Jobabo, y desde esa época se consagra al Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, una vocación que la distingue en su labor en los diversos programas sanitarios y con poblaciones vulnerables.
Esta galena denota por su humildad, un hablar pausado y el cariño a sus más de mil pacientes dispensarizados, y a quienes se suma la población funcional que atraviesa a diario el municipio cabecera, y trabajadores de las entidades estatales y particulares, del centro histórico de esta urbe.
«Mi formación de especialista concluyó en el policlínico Gustavo a mi regreso del servicio social, de ahí me seleccionaron para ser jefa de un grupo básico de trabajo y atendí el área de Palancón, luego ocupé el cargo de vicedirectora de docencia, a cargo de la formación de los residentes de Medicina General Integral.
«Por los resultados del trabajo me responsabilizaron del departamento de Medicina Familiar específicamente el Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, en la Dirección Provincial de Salud. En aquel entonces había cobertura en el área urbana del municipio cabecera y Puerto Padre, mientras en los restantes territorios empezaba por las áreas rurales. Ya en 1999 comienza la labor en todas las áreas urbanas y rurales», recuerda la galena.
Su labor le permitió adquirir experiencias al frente de la vice-dirección provincial de Asistencia Médica, atendiendo la Atención Primaria, los hospitales, los programas de reparación de policlínicos y consultorios, un período con reconocimiento a nivel nacional, con registros record de la mortalidad infantil en Las Tunas de 3,8 por cada mil nacidos.
La doctora Dania vivió la experiencia del terremoto y la recuperación de la nación de Haití mientras coordina el grupo de colaboradores en Puerto Príncipe, también compartió sus saberes en Venezuela, y a su regreso se reincorpora a su comunidad.
«El trabajo aquí nos distinguió con la condición Amigos de la madre y el niño y Colectivo Moral, esta última ratificada en otra ocasión por la satisfacción del trabajo en la comunidad. Me regocijo pues llevo 35 años vinculada al Programa del Médico y la Enfermera de la Familia.
«Valoro mucho la atención directa con el paciente, por los problemas desde el punto de vista médico y también social. El médico de familia se concibió para que fuese un ente social que trabaje y mejore los valores sociales de su comunidad » , subrayó.
«Aunque es un trabajo asociado a la tenencia de muchos documentos, cuando se organiza la labor se pueden hacer diversas acciones desde el punto de vista biológico con el enfermo.
«Somos responsables del diagnóstico, la curación y la rehabilitación, también de la situación de higiene y la epidemiología, que nos afecta mucho por la baja percepción de riesgo y la modificación de los estilos de vida que provocan las descompensaciones de los pacientes con enfermedades crónicas.
«Entre los programas más importantes figura la atención al adulto mayor hoy uno de los grupos más vulnerables de la sociedad, pues hay un envejecimiento demográfico que va en incremento y la generación de los sexagenarios se afecta con la dependencia familiar a cargo de las colitas, los cuidados de los niños y las tareas domésticas».
La doctora Dania lleva a detalles el empleo de la Medicina Natural Tradicional (MNT), su promoción, empleo y creación de jardines en la comunidad como el de Humberto y Alicia, que prestan servicio de más de 15 especies para el catarro, los trastornos estomacales y los procesos de la piel, entre otros problemas de salud.
Ella tiene experiencias que la enorgullecen de su constante dedicación junto a un equipo de rehabilitación, el pediatra, la trabajadora social y la psicóloga del área, en la atención de infantes prematuros o con diagnóstico de atrofia cortical severa y tumores. También ante las nuevas madres encuentra el apoyo y el asesoramiento de las que tienen mayor experiencia.
«La dedicación es primordial en la profesión, no podemos maltratar a esa persona que busca información para aliviarse o que está muy enfermo y ante el déficit de medicamentos buscamos su solución en la MNT, o desde la alternativa de organizar colectas de quien le pueda ayudar con algún medicamento donado», refiere como parte de la labor de unidad en el barrio.
Su ocupación por cuanto acontece en su población la llevan más allá de los problemas de salud, investiga por qué los adolescentes de su área no continúan estudios en la enseñanza preuniversitaria o las causas que puedan afectarlos de forma emocional.
También apoya las atenciones de la Casa de Niños Sin Amparo Filial, insertada en su comunidad, y tiene un círculo de adolescentes, para accionar junto a la familia y la consulta de riesgo preconcepcional ante la prevención de la gestación a edad temprana.
«Convocamos a la consulta de inicio a la adolescencia, así le explicamos a estos niños y niñas sobre su desarrollo el crecimiento del vello y los senos, este último que provoca en ocasiones hasta escoliosis, y sobre la higiene bucal que constituye otro problema en esta etapa.
«El médico de familia es un miembro más de todas las familias, es el apoyo a la labor de los entornos escolares y del hogar en la formación de un producto familiar, educado y formado, además suplimos las atenciones a las nuevas generaciones de los hogares disfuncionales».
Con los años de experiencia la doctora Dania ostenta la máxima categoría docente, profesora auxiliar, e imparte clase de pregrado y postgrado, mientras concluye una maestría en la Escuela Nacional de Salud Pública, y no ceja en el empeño de un doctorado.
«Me gusta mi labor, si volviera a nacer volviera a ser médico de la familia, necesitamos personas que motiven y desarrollen el amor y la importancia que tiene esta profesión, hay que prestigiar siempre nuestra labor.
«Que lo que hagamos tenga el sello del amor, el respeto y el cariño que lleva cada ser humano. Cada cosa que usted haga en la vida es la traducción de quién es usted. Siempre se pueden lograr cosas muy hermosas en la comunidad. Y como digo –arregladito a pobre– tenemos el consultorio como la segunda casa.
«Hay excelentes médicos de familia, podemos hacer investigaciones sociales porque tenemos la necesidad de transformar», apunta esta galena que no descansa y junto a su esposo se mantienen inmersos además en la ciencia.
Comenzó en el 2019 su línea de investigación, el envejecimiento, mientras su esposo se inclinó por el embarazo en la adolescencia, dos problemas de salud en la actualidad. Así organiza su vida sin descuidar su familia y la comunidad.
Ella irradia esperanza, es sostén para muchos, amiga, hermana, y se convierte en la hija adoptiva de muchos adultos solos, demandantes del cariño y el apoyo emocional. Aprende de cada jornada en el terreno y del llamado ante una urgencia «cuando necesitan corro y cuando necesito me retribuyen con amor y la cultura del detalle, porque el consultorio es de la comunidad».
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Excelente profesional y ser humano, muchas felicidades q continúe siendo ese referente q es para la medicina familiar cubana