Las Tunas.- Desde la inmortalidad en la que está, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz sigue presente en cada momento y proceso de la Revolución y en las escuelas, hospitales e industrias que ayudó a multiplicar en cualquier rincón del país.
Este noviembre se cumplen siete años de su adiós y, aunque se le recuerda constantemente, por estos días se incrementan los homenajes a su vida y obra, 90 años e innumerables hechos, palabras, enseñanzas y ejemplos.
Su desempeño fue integral desde su activismo revolucionario en la Universidad de La Habana, el asalto al Cuartel Moncada, la contundente autodefensa conocida como La historia me absolverá y los meses de cárcel en el Presidio Modelo de la Isla de Pinos.
También, en el exilio en México, el desembarco del Yate Granma, la Sierra Maestra, el Ejército Rebelde y el glorioso triunfo del Primero de enero de 1959. Y a lo largo de los años, en todo el proceso revolucionario, hasta el último de sus días.
Fue una vida larga, colmada de proyecciones e ideas, de empeños y esfuerzos para dar a los que nunca tuvieron, para dignificar las zonas de campo y para salvar a los seres humanos frente a los fenómenos naturales, gracias a la Defensa Civil y la construcción de embalses en zonas bajas.
Pero, sobre todo, Fidel Castro Ruz enseñó a los cubanos a ser dignos, a no rendirse jamás frente a la bota que intenta aplastarnos, a levantar la verdad cual bandera y a buscar soluciones a muchísimos problemas para que el país siga latiendo.
Aun en su ausencia física, el inolvidable líder se reafirmó como soldado de las ideas y está en su tierra, con su gente; dando ánimos; enseñando y recordando que, en el mundo, la dignidad y la vergüenza son el más alto honor a ojos de los justos.
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