El primer día de clases es un suceso trascendental para el que todos se preparan, desde los docentes hasta la familia. Pero y después, ¿qué pasa durante todo el curso?
La primera semana de septiembre parece que es decisiva para la familia para con la escuela. Libretas, mochilas y uniformes son elementos de primera necesidad, de primer orden. Como lo son las meriendas, las medias y los zapatos.
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Pero que a medida que pasa septiembre y los demás meses, eso va decayendo, con sus excepciones, claro, y ya la escuela y la asistencia de los muchachos a sus centros como debe ser no es tan importante, se le va sacando el pie, como se dice, y no pocos estudiantes tienen que valerse por ellos mismos.
¿Y los docentes? Bueno, a los docentes les toca y salvo alguna excepción son profesionales que se pasan el curso escolar luchando con sus estudiantes para enseñarlos, librando una gran batalla para cumplir con todo en medio de las carencias y con el desdén de no pocos padres que se desentienden de sus hijos.
Todo septiembre, y todo el curso debe ser una fuente de entusiasmo para eliminar el finalismo en el estudio y el fraude, aprovechar la experiencia docente de profesores y maestros, en aras de una mejor educación. Septiembre es un mes bello, que invita a esforzarnos para que nuestros hijos crezcan felices en sus escuelas, porque el curso no es el primer día de clases, son 11 meses de duro bregar en las escuelas y en las casas.