La nación cubana, sus esencias étnicas, sociales y antropológicas tienen profundas raíces en la herencia africana. Somos hijos de una vasta urdimbre genética y cultural.
En su son número seis, Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba escribió:
«Yoruba soy, soy lucumí
Mandinga, congo, carabalí
Atiendan, amigos mi son que sigue así:
Estamos juntos desde muy lejos,
Jóvenes, viejos,
Negros y blancos, todo mezclado
Uno mandando y otro mandado
Todo mezclado»
En otra oportunidad habría dicho que «somos un poco nísperos», sintetizando el bullir de este gran ajiaco. Entre los elementos de este compuesto lleno de expresiones populares, artísticas y culturales, está la africanidad.
Lejos en el ámbito geográfico, África está muy cerca en nuestros sentires y maneras de expresarnos. De lo que José Martí denominó «la gran pena del mundo», del dolor de la esclavitud y de la grandeza de esos pueblos surgió luego, junto a otros elementos, algo nuevo, auténticamente cubano.
África en Cuba: herencia, historia e identidad
Durante cuatro siglos, más de 15 millones de hombres, mujeres y niños fueron víctimas de la trata transatlántica de esclavos, uno de los capítulos más negros de la historia de la humanidad. Hasta tierras cubanas llegaron también los hijos del continente madre, llegaron con su mundo maravilloso y místico; a ese legado cultural, sincretizado y asimilado, le acerca Tiempo21 en ocasión del Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos. Escuchemos.