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Baraguá, en el corazón de la patria

Las Tunas.-Qué decir de la protesta de Baraguá que ya no se haya dicho 145 años después de un hecho que dignificó a un pueblo, que en condición de esclavo decidía convertirse en nación libre e independiente y que durante 10 años había enfrentado en desiguales condiciones a uno de los ejércitos más poderosos de la época.

Cuando el 19 de febrero del año 2000 el pueblo de Cuba hizo un Juramento de resistir y vencer, en un nuevo escenario, no ya el del campo de las armas, sino el de las ideas, escogió para ello el mismo lugar, que más de un siglo atrás, había sido testigo de uno de los hechos más trascendentales en la historia patria: La Protesta de Baraguá.

A finales de 1877 y principios de 1878, cuando en el centro de la isla prácticamente no se combatía y tanto en el aparato civil como el militar se debatía la manera de poner fin a la guerra, en la parte más oriental un bravo mambí salía airoso en enconados  enfrentamientos.

Tras  casi 10 años de batalla el general español Arsenio Martínez Campos sentaba en una mesa de negociaciones a la parte insurrecta y los convidaba a firmar un pacto que echaba por tierra los esfuerzos, no solo de una década de lucha en la manigua, sino de aquel   movimiento independentista dentro del cual se hablaba de patria,  desde los mismos inicios del siglo.

Mangos de Baraguá fue el lugar escogido para que el Mayor General Antonio Maceo Grajales, formado en la propia manigua y al frente de las operaciones en la región oriental, se reuniera con aquel prestigioso y académico militar español.

Ante la claudicación conocida como Pacto del Zanjón, se levantaba la intransigencia, la honra, la intolerancia, el pudor, la vergüenza, la pureza y la virtud.

La Protesta de Baraguá enalteció a los cubanos de entonces. Aquel acto de gloria, que iluminó la patria, ha servido de ejemplo para  no claudicar jamás ante ningún enemigo ni momento histórico por duro que sea.

La Cuba de  hoy se encuentra más amenazada que nunca, vivimos quizás los momentos más difíciles de la historia, pero continuamos siendo mayoría y en abrumadora cifra los que aquí estamos, al pie del cañón, decididos como Maceo a no claudicar jamás.

La diana mambisa sigue resonando en los nuevos escenarios, los mambises de hoy no solo vestimos de blanco, vestimos de obreros, de campesinos, de federadas, de amas de casa, de intelectuales, de gente humilde, trabajadora y laboriosa que cree en un proyecto, que si bien no es perfecto, es el más humano posible  hasta ahora conocido.

Gracias titán por levantarse en Baraguá, aquel 15 de marzo de 1878, allí están los mangos de entonces, y aquí está tu tropa lista para seguir peleando cuando se rompa el corojo.

/lrc/

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