Tengo el impulso torvo y el anhelo sagrado de atisbar en la vida mis ensueños de muerto/¡Oh, la pupila insomne y el párpado cerrado!…/(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!)…. Con solo 34 años de edad, Rubén Martínez Villena fue vencido por la tuberculosis que lo atormentó por tantos años, pero que no logró quebrantar su espíritu de lucha.
La llamada Protesta de los 13, en la que lideró a un grupo de jóvenes en la denuncia de la corrupción del gobierno de Alfredo Zayas, reafirmó a Villena en un papel protagónico en la vida política del país.
Otros proyectos vitales como Falange de Acción Cubana, el Grupo Minorista y las Huelgas Generales de marzo de 1930 y agosto de 1933 también contaron con su acción organizadora.
Sin dudas, la comunión de ideales con Julio Antonio Mella, lo involucraría también en la Universidad Popular José Martí, en las Ligas Anticlerical y Antimperialista, en el Movimiento de Veteranos y Patriotas y en el Partido Comunista en el que llegó a integrar su Comité Central desde 1928.
Los crímenes y arbitrariedades de Gerardo Machado, en la presidencia de Cuba, llevaron a Rubén a definirlo como «Asno con Garras» calificativo que define al tirano en ese periodo de la historia nacional.
Hasta la ex Unión Soviética llegó con la ilusión de recuperar la salud. Sin embargo, el asesinato de Mella lo hace regresar y asumir la dirección del Partido al que dedicaría sus últimas fuerzas.
A su gran amigo dedicaría su último discurso, apenas sin voz, tras organizar, casi en agonía, la movilización popular y revolucionaria por el recibimiento de las cenizas de Mella.
Su obra poética y su pensamiento político inspiran a varias generaciones de artistas revolucionarios de todo el mundo.
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