Las Tunas.- El territorio tunero es mayoritariamente de relieve llano, sin grandes elevaciones que acerquen la tierra al cielo. Pero, a falta de similares de las Sierras Maestra, Cristal y de los Órganos, o el macizo de Guamuhaya, tenemos algunas lomas ricas en belleza, historia o tradición.
Aquí la naturaleza es pródiga en bellos paisajes que, cual imágenes de postales, nos hacen enmudecer de asombro y orgullo y nos reafirman que muchos lugares son de quien los mira con buenos ojos y se hacen diferentes por su color, su topografía o su entorno.
La más alta de nuestras montañas es Cañada Honda, casi llegando a tierras holguineras y visible desde la Carretera Central, con una de sus laderas desnuda de vegetación y útil, tanto que muchas de las viviendas edificadas en el territorio tienen allí su simiente.
En esa elevación, de unos 219 metros de altura, radican las canteras, las piedras de las que salen materiales de la construcción y ese polvo fino que se ve desde la distancia es muestra de la riqueza del yacimiento, el que también posee otros atractivos naturales.
En Manatí, se impone el Cerro de Caisimú, en cuyas faldas se extiende un precioso valle en el que se distribuyen a su antojo más de un centenar de palmas reales y otros tantos árboles, adornando extensas llanuras de tierra fértil, sembradas de caña de azúcar y cultivos varios.
En la zona vivieron aborígenes y uno de ellos dio nombre a la elevación. También hubo campamentos del Mayor General Vicente García y desde ahí se dieron las órdenes para atacar el Fuerte de La Loma en Puerto Padre. Además, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz estuvo en dos oportunidades y admiró la belleza del lugar.
Y están la colombiana loma de San Martín de Vialla y las alturas de Maniabón, en el municipio de Jesús Menéndez. Nuestras montañas son humildes en su tamaño e inmensas en leyendas, historia, belleza, flora y fauna. Cuidémoslas para las futuras generaciones de tuneros.