El Lugarteniente General Antonio Maceo a quienes tantos enemigos temían por su gigantesco valor y coraje, puestos a pruebas en infinidades de combates cayó el 7 de diciembre de 1896 con el machete en alto luchado contra el dominio español en Cuba.
En su heroico paso a la eternidad lo acompañó su fiel ayudante Panchito Gómez Toro, el valiente mambisito hijo de Máximo Gómez y Bernarda del Toro que aún herido corrió al campo de batalla a intentar rescatar el cuerpo del Titán de Bronce.
En la tarde, el héroe de la Protesta de Baraguá descansaba de un malestar en su hamaca, cuando despertó en su campamento de San Pedro, sorprendido por fuerzas del batallón Número siete de San Quintín, que operaban entre Punta Brava y el Camino a Vueltabajo, en los límites con el Mariel.
Según era su hábito, ensilló su caballo y conminó a sus hombres a presentar pelea y la tropa enemiga luego de sufrir varias bajas se resguardó detrás de unas cercas de piedra.
Ordenó cortar la cerca del potrero de Bobadilla que le impedía dar la carga al machete. ¡Todo va bien! Dijo antes de ser derribado por una bala que le destrozó la mandíbula. Los hombres que lo acompañaban no lograron rescatar el cuerpo en medio de la balacera.
Nadie pudo hacer desistir a Panchito de su propósito de morir junto al guerrero que aprendió a admirar desde niño. Se supone que primero fue herido y luego rematado por las fuerzas españolas.
Los restos del hombre más perseguido por España en todo el continente americano y su ayudante fueron rescatados luego de varios intentos por 19 valientes al mando del coronel Juan Delgado y sepultados secretamente en la finca El Cacahual.
El 7 de diciembre fue escogido en 1989 para sepultar los restos de los mártires de las Guerras africanas y se convirtió Día de Recordación para todos los cubanos que dieron su vida no solo en defensa de su patria, sino de la humanidad.
Más de 21 mil hijos de la tierra del Mayor General Vicente García participaron en la heroica gesta contra el Apartheid.
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