Las Tunas.- En los últimos días del año 1958 el Ejército Rebelde al mando de Fidel Castro prácticamente controlaban la zona oriental del país y las columnas de Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara avanzaban hacia el occidente.
En la provincia de Las Tunas, el IV Frente Oriental Simón Bolívar cumplía la orientación de controlar las carreteras y evitar el paso de las fuerzas militares del ejército de Batista, mientras que se agudizaba la represión.
El 6 de diciembre, en Las Margaritas, a la entrada de la ciudad, cuando ya clareaba, unos treinta soldados del Ejército de Manferrer, tendieron una emboscada armados con ametralladoras.
El combatiente de la revolución cubana, Abel González, único sobreviviente de los sucesos contó a Tiempo 21 que aquella madrugada salieron a cumplir la misión de vigilar un tramo de la carretera Las Tunas-Holguín, sin saber que habían sido denunciados por un traidor.
«El capitán Concepción Rivero nos dio la tarea a Antonio Fernández, a Eliécer Botello, a Humberto Fernández y a mí de uno de esos patrullajes. Había un chivato que era de la zona de nosotros y nos conocía y le informó al ejército que había un grupo pequeño de revolucionarios que recorrían de noche esa parte.
Humberto finalmente se quedó porque no se sentía bien y los demás salieron a cumplir la tarea en dos bicicletas. En el cruce de la carretera de Bayamo se sentaron en la alcantarilla, fumaron y tomaron café.
«Eliécer cogió la bicicleta y se fue un poquito adelante riéndose. Yo tuve que montar a la zanca de Antonio. Como a 100 metros más o menos de donde estaba la emboscada, me dijo, Toñito quédate aquí que nosotros llegamos allí y regresamos y te recogemos.
Eso fue lo que me salvó la vida a mí. Y al momento empezaron a sonar las ametralladoras.
Eran las cinco y cuarto más o menos de la mañana y estaba aclarando. Cuando sentí que las balas picaban en la carretera me tiré para la cuneta. Entonces cogí por un arroyito que había hasta donde estaba el otro compañero en La Piedra».
Como familiar cercano de ambos mártires, Abel compartió detalles de sus vidas.
«Antonio Fernández Gómez era huérfano de padre, y pudo ir hasta el cuarto grado más o menos. Tenía 19 años cuando lo mataron fue una persona con un carácter muy responsable pero muy cariñoso con los compañeros, era bueno en los deportes, y cantaba muy lindo.
Eliécer Botello Núñez. Tenía 23 años. Era hijo de campesino pobre, estaba casado, tenía un niño de un año y la esposa estaba en estado. Era muy jaranero siempre estaba inventando para bromear».
Los cuerpos lograron ser recuperados y en el lugar de su caída se erigió una tarja que recuerda su heroico ejemplo.
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