Las Tunas.- Para la mayoría de las personas estar muy cerca de un alacrán es algo tenso. Imagínese entonces entrar donde hay más de 50 mil de esos escorpiones, que aun cuando están resguardado en envases igual se teme a la terrible picada de uno de ellos, con un veneno tóxico, capaz de matar a un ser humano con la salud quebrantada.
Claro, la perspectiva cambia cuando se trata de un escorpionario como el de Labiofam en Las Tunas, donde el veneno de los alacranes es utilizado con fines médicos, curativos, y donde trabajan especialistas expertos en extraer el veneno, que gota a gota va llenando vasijas por la esperanza.
Los trabajadores se empeñan en ordeñar a esos animalitos aparentemente inofensivos que, ante cualquier descuido, pueden dar un aguijonazo muy doloroso, según la experiencia de algunos.
Los especialistas en la extracción de la toxina los toman con pinzas y con una pequeña descarga eléctrica logran que el alacrán eche una gota de su veneno. Así, gota a gota, y con la mayor paciencia, el recipiente se llena por la vida.
El veneno del alacrán azul es la base de los ingredientes para producir el Vidatox, un medicamento homeopático de muy probada efectividad contra el cáncer. La toxina se envía hacia los laboratorios que producen el importante fármaco.
Especialistas de la entidad ordeñan a los alacranes cada 21 días, durante dos años aproximadamente, y después los devuelven a su entorno natural para que sigan reproduciéndose.
En las seis salas de cría, la de cuarentena y los dos salones de ordeño, se acopian más de tres litros de veneno cada mes.
Mantener el escorpionario no es una tarea sencilla y requiere de mucho esmero. A los alacranes hay que cuidarlos, alimentarlos con insectos e hidratarlos para que estén en óptimas condiciones. Solo así, la producción será estable y el vidatox seguirá siendo eficaz para los pacientes con cáncer.