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María Caridad Corría Santos, vocación incondicional por la Pediatría

Las Tunas.- La rutina del día tiene diferencias para ella, se apresta a llegar temprano, la necesidad impera, quiere mirar a los ojos de la pequeña que atiende con varias complicaciones por el dengue. La Doctora María Caridad Corría Santos habla en tono pausado, de inmensa grandeza, ella es cobija de afectos en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Provincial Pediátrico Mártires de Las Tunas.

Esta profesional con 38 años de experiencias conoce la gratitud eterna de un padre, sus manos sanadoras han devuelto muchas vidas en el desvelo de estabilizar, cuidar y egresar a los infantes que por múltiples causas ingresan en la sala, la que ostenta un índice de 99 por ciento de supervivencia, un indicador de referencia nacional.

La Medicina es su pasión y el servicio intensivo tunero es su otro hogar. “Es una cuestión de inspiración mi caso, decidí desde el internado la especialidad, en el abanico de propuestas se incluía la verticalización y en esa etapa me había encantado la rotación de Pediatría y me decidí por vocación.

“Hice mi posgraduado en la ciudad de Bayamo, por ese entonces era sectorizado y trabajé con la población infantil del Policlínico René Vallejo. Luego me mudé para Las Tunas y empecé en esta institución donde me he entregado todos estos años.

“A este Hospital le tengo sentido de pertenencia, lo amo por sus características y por el personal, hemos sido una familia y valoro al recurso humano de excelencia, eso enorgullece. La distinción como colectivo nos la hacen saber, el reconocimiento se debe al prestigio de la calidad humana y científica técnica”, asegura mientras en sus palabras describe a quienes allí laboran codo a codo con ella.

Desde que entra la Profe por las puertas de Terapia asume como suyo a cada pequeño, apoya a las madres y calma con dulce expresión. Los tiene delante y piensa en lo más difícil para un Pediatra se le anuda la garganta, junta sus delicadas manos y ofrece confianza.

“Esa es la experiencia que nadie quiere tener, perder un niño. Aquí se hace todo cuanto se pueda hacer y el recurso a emplear está garantizado, todo depende del momento en el que llegan a nuestras manos y las respuestas de sus organismos, son horas de esfuerzo colectivo, no de sacrificio porque es amor lo que hay en toda nuestra atención médica”.

Maria Caridad tiene total intimidad con su vocación, observa el entorno y aglutina en pocas palabras la profesionalidad de quienes enarbolan el prestigio de su especialidad, “salvar vidas y dar felicidad a los niños, a las madres que son los primeros médicos de la familia, a los padres, a la familia toda, sin dudas un orgullo.

“En estos tiempos es esencial tener como estimulo la vocación, la población pediátrica es muy sensible, no podemos llegar tarde a sus problemas, de ahí es trascendental la superación y el aprovechamiento de los espacios formativos.

A esta mujer la describe bien la disciplina y las palabras terapéuticas, mas ostenta como mejor prenda la humildad, y es que en ella habita la entrega de una vida por la salud de sus pacientes, una voluntad que respaldan muchas personas, “el apoyo de la familia es incondicional, todos han colaborado, mi esposo y mi madre, en ese orden, pero también mis hermanos.

“Me desempeño desde antes que existiera el Sistema Integral de Urgencia Médica, de modo que en ocasiones podía estar sirviendo la comida en casa y llegaba la ambulancia porque era la guardia localizable, salía a un municipio y retornaba en la madrugada.

Anécdotas hay miles, pero la del apoyo entre compañeros no puede faltar en el diálogo “tiempo atrás los círculos infantiles no prestaban servicios los sábados y una de las integrantes de Terapia cuidaba de nuestros hijos para que el resto del equipo de servicio brindara una atención integral, por el ello mi agradecimiento a la familia, las amistades y a mi colectivo”.

Son largas horas de guardia y es una consagración incondicional la de esta experta que reconoce aportes en el Internado Vertical ,“ayuda en la interrelación con la especialidad, un año más de experiencia además es un apoyo más en labor asistencial, es un año más de prácticas y de experiencias”.

Jocosamente ríe con algunas preguntas que le imponen el reto de relatar, que disfruta conversar y el gusto por una comida criolla en el cual no debe faltar el congrí con pollo y plátanos maduros fritos, o de aseverar conformidad con todo cuanto ha podido hacer como profesional de la Salud, que como la de ella es el espejo de otros integrantes de la Terapia Intensiva, del Hospital Pediátrico Mártires de Las Tunas, donde sus galenos son ejemplos de estos tiempos.

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