La ciudad quería tener un nombre, no el de un corral de cactus melancólicos; sí adoptaba un seudónimo sería menos en la historia del planeta. Al coronar el deseo, los bien llegados de la península se organizaron para efectuar el bautismo. Lucharon todos, hasta españoles contra España y cubanos contra Cuba. Luego ambos dos rubricaron epístolas desde la misma fecha, desde el mismo cactus, con el igual, inevitable nombre.
El fragmento del poema La ciudad quería tener un nombre, de Carlos Tamayo Rodríguez, retrata los inicios de esta urbe que hoy cumple años.
Cuenta la historia que al fundarse la villa de Bayamo en 1513 todo el territorio de Las Tunas quedó comprendido dentro de la demarcación señalada al Cabildo de Bayamo. A principios del siglo 17 ya existía el Hato de Las Tunas.
La primera vivienda de la villa fue propiedad de Diego Clemente Rivero, después funciona como casa de Gobierno y luego como Cuartel de Telégrafo. Este sitio es escogido para levantar en 1921 la sede del Ayuntamiento Municipal, edificio en el que hoy se encuentra el Museo Provincial Mayor General Vicente García.
En el siglo XIX se mantienen en el centro histórico de la ciudad de Las Tunas las viviendas de sus pobladores, un gran número de instalaciones comerciales, fondas, almacenes, tabaquerías, tiendas, cafés, hosterías.
La ciudad colonial de Las Tunas siempre contó con fuertes y cuarteles sólidos, como punto clave para lograr la comunicación con el extremo más oriental de Cuba.
Ya en el siglo XIX los principales espacios urbanos eran la Plaza de Armas del Gobierno Español, con la Iglesia San Gerónimo, hoy Parque Vicente García y La Plaza Cristina, hoy Parque Maceo.
La vivienda del Mayor General Vicente García González, erigida en 1800, hoy Casa Memorial, era de ladrillos y tejas y en ella reside con su familia el jefe mambí hasta el inicio de la Guerra de los 10 Años y en 1876 el León de Santa Rita prendió candela a su casa.
Hoy Las Tunas es una urbe que ha perdurado en el tiempo y se ha desarrollado, aunque su centro histórico mantiene los rasgos de sus primeros años de vida. El Balcón del oriente cubano es una ciudad bonita y acogedora, hospitalaria, aunque sigue siendo rebelde.