Las Tunas.- En los 26 círculos infantiles que funcionan hoy en Las Tunas se mantiene «a raya» al nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Esa expresión de raíz popular da cuenta, en esencia, del éxito en esta empresa que ya dura casi dos años, período en el cual esas instituciones no registran un solo evento de transmisión.
De la consagración de estos colectivos conoce bien Yanara Campaña Mariné, responsable de la Educación de la Primera Infancia en la Dirección Provincial del sector. Precisa la funcionaria que a las guarderías acuden hoy alrededor de 200 pequeños en cada jornada, es decir, cerca del cinco por ciento de la matrícula, cifra mínima, pero ante la cual se mantienen estrictos protocolos de bioseguridad.
AL VIRUS, NI TANTICO ASÍ
La Máster en Ciencias de la Educación Ana María Zamora Salgado, directora del círculo infantil Ismaelillo, refiere que las disposiciones sanitarias se cumplen allí con rigor.
«Los niños son recibidos y entregados a sus padres en la entrada del centro. Hacemos énfasis en el lavado frecuente de las manos desde el momento de la recepción, y el distanciamiento en todas las actividades del proceso educativo y durante los juegos con el objetivo de preservar la salud de todos», precisa.
La separación de los pequeños por salones a pesar de la reducida asistencia, la limpieza de las superficies, la ventilación de los espacios, el uso permanente de la mascarilla y su cambio frecuente, entre otras disposiciones, son parte del diario convivir en estas instituciones.
Idalmis Duartes Segura, educadora de segundo año de vida en el mencionado jardín de la infancia y con 37 años de trabajo en el centro, declara: «En esta etapa nos hemos entregado con mucho amor, como caracteriza a este sector. Prestamos servicios, en lo fundamental, a trabajadores del Ministerio del Interior, de la Salud, del sector Industrial y de otras entidades que no han cerrado en esta etapa. Trabajamos con la convicción de asistir a la población y al sector de la Educación al que pertenecemos.»
Sin grandilocuencias, las palabras de Idalmis dibujan una realidad que madres, como Yudith Gainza, agradecen, pues solo de esta manera ha podido mantenerse en sus quehaceres laborales, aun en los tiempos de mayor complejidad epidemiológica.
ABIERTOS, ¡Y CON LA ATENCIÓN ESMERADA DE SIEMPRE!
Olga Lidia Parra Nieve, la administradora del «Ismaelillo», es la encargada de velar para que nada falte a los 15 ó 20 niños que reciben, como promedio, en cada jornada. «Nunca hemos cerrado y en todo momento hemos contado con los aseguramientos y el personal docente y de servicio necesarios para recibir a las niñas y los niños», manifiesta. Con ella conversamos temprano en la mañana, mientras algunos padres dejaban a sus hijos en la entrada del centro.
Su compañera de labores, Yolanda Pérez Piña, tiene casi dos décadas de oficio allí y reconoce que esta contingencia sanitaria ha cambiado rutinas, pero continúan invariables prácticas, imprescindibles en la atención a los menores.
«Mantenemos la merienda, el almuerzo, el horario de sueño… el agua hervida y el uso del jabón y del cloro siempre que se precise, para protegernos nosotros y, sobre todo, para cuidar a los pequeños», manifiesta en medio de una pausa, tras lo cual regresa a sus labores diarias.
Ante los nuevos escenarios, estas instalaciones permanecen con horarios flexibles que propicien el desenvolvimiento de las familias. También sus trabajadores se han reorganizado; la escasa asistencia así lo posibilita. Algunas cosas han cambiado, pero otras, como la protección y la educación a los menores, permanecen invariables, ¡y se agradece!
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