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Sala B adentro, sala B afuera. Las diferencias que no deben coexistir

Demasiadas malas emociones en una semana. Desde el rostro imborrable de un paciente agonizante suspirando su último aliento de vida hasta la dolorosa noticia de un amigo fallecido, son sentimientos difíciles de describir que lastran la positividad de cualquiera ante una enfermedad que demanda mucha comprensión colectiva y requiere esa sensibilidad entretejida por lazos de articulación social.

La COVID-19 mata, así de sencillo; mata y deja no pocas secuelas a los que transitan por un estadio grave o moderado del padecimiento, confirman decenas de pacientes que ya han superado la enfermedad y sienten indudablemente ese temor por el resto de los que aun seguimos sin contagiarnos.

consulta de ira
La consulta de Infecciones respiratorias agudas ha visto un aumento significativo de personas con síntomas asociados a la COVID-19 y la positividad de los exámenes están por encima de lo que se pronosticaba. Igualmente, existe acumulación de personal a la entrada y ello puede conducir a un contagio

El virus anda en la calle, se calcula que haya decenas de asintomáticos transmitiéndolo y es ahí donde debe cortarse la cadena, insisten constantemente los epidemiólogos locales en los intercambios diarios que se realizan para coordinar el quehacer de enfrentamiento.

Jobabo ha ido subiendo, más contagios confirmados y sin confirmar aún, más personas a diario viviendo el sosiego de una espera por su resultado, más estrés en hogares y centros de aislamiento, pero también, una prevención que no alcanza la efectividad que requieren las circunstancias actuales, eso se ve a simple vista. Y ello vuelca esa tensión a un sistema sanitario casi saturado, donde la balanza entre la vida y la muerte recae en hombres y mujeres con rostros anónimos que también lloran cuando ven un paciente agonizante o se muerden los labios de impotencia cuando no pueden salvarle.

«Lo más doloroso para un médico o una enfermera es perder a un paciente» dice con los ojos aguados y la voz entrecortada una doctora, quien al mismo tiempo siente ese alivio que renueva el alma cuando tiene llenar la documentación del alta a una muchacha de 30 años que satisfactoriamente ha superado la COVID-19.

Doctor Eudanis Salinas
Doctor Eudani Salinas

«¿Qué decirte? Que la mayor satisfacción que tengo es cuando veo, cuando voy sintiendo que la gente se recupera y que ya sale de la parte más riesgosa de la enfermedad. Eso da ánimo a seguir con más fuerza luchando por la vida» expresa el Doctor Eudani Salinas, con el rostro visiblemente agotado luego de una guardia de 24 horas en la Sala B del Hospital 14 de Junio de Jobabo.

Sala B adentro

Es precisamente en este espacio con capacidad para 30 personas donde se vive la mayor tensión, pues se trata de la sala donde se remiten los pacientes con mayores riesgos luego de ser confirmados con el SARS-CoV-2. Aquí está la línea defensiva más fuerte entre la prevención y la otra parte más crítica: Terapia Intensiva.

«Es una atención constante. Vamos a cada cama monitoreando el estado de ánimo de los pacientes, conociendo cada detalle de su sintomatología, preguntando qué se sienten, qué necesitan, viendo cada posibilidad que podemos poner en práctica para aliviar los síntomas, estabilizar las otras patologías que tengan y que son indudablemente un posible riesgo para quienes contraen la COVID-19» Explica la Doctora Edelis Naranjo López.

Doctora Edelis Naranjo
Doctora Edelis Naranjo

«Al principio fue un poco más difícil porque es una sala que se abre nueva (hace un mes), había menos experiencia, hay que irse acostumbrando, al principio carecíamos de algunas cosas que ya hoy se han estabilizado, que han entrado; por lo menos en la disponibilidad de medicamentos para el tratamiento básico no tenemos problemas, excepto el oxígeno, que no es suficiente, todo lo demás está disponible», refiere la joven galena.

Un recorrido por los cubículos, viendo rostros optimistas, con buenas y malas experiencias en su trayecto por las instalaciones sanitarias de Jobabo dejan un frescor de reconocimiento a quienes ahí, en ese no tan pequeño rincón del hospital jobabense también se juegan su vida para salvarles.

limpieza
La limpieza es uno de los aspectos que destacan los pacientes hospitalizados en la sala B, y en sentido general esta ha sido una de las principales prácticas en el Hospital de Jobabo

Yaimara Pupo y Javier Rondón, un matrimonio residente en el asentamiento rural de Pozo Salado estaban ingresados en la Sala B, sus opiniones acerca del servicio: excelentes.

«Nos han atendido muy bien. Médicos y enfermeras muy atentos, todo el tiempo pasan y preguntan, nos miden la temperatura, el pulso, nos reiteran que llamemos si nos sentimos algo, y ya después del tratamiento me siento muy bien, casi estoy de retorno a mi casa» dice Yaimara.

«Yo si tuve síntomas. Dolor de cabeza, fiebre, dolor en el cuerpo… pero no me falto en ningún momento la atención y el medicamento. Aquí en esta sala hay una buena atención. El personal es muy atento, una limpieza impecable. Ya recibí las tres dosis del Interferón y he mejorado bastante, me siento mucho mejor» insiste Javier, quien espera sin impaciencia volver pronto a su hogar.

Esa misma percepción la tienen Francisco Madruga y Florángel Santiesteban, quienes compararon la atención que recibieron en el centro de aislamiento y otra sala del propio hospital, y cómo aquí han revertido ese mal sabor de insatisfacción que tuvieron.

También está la buena experiencia de Belkis Hernández Aquino, una jobabense que ingresó aquí junto a su padre de 96 años, ambos positivos a la COVID-19.

Belkis Hernández paciente con COVID-19
Belkis Hernández paciente con COVID-19

«Yo estuve antes en un centro de aislamiento y hay que reconocer que con la situación que tiene el país las condiciones no están tan malas. Cuando vine para aquí para el hospital es incondicional la atención, desde la limpieza hasta la asistencia médica» declara.

«Es una atención, una asistencia, qué te hace falta, qué te sientes… la forma de ser de los médicos es maravillosa, de los asistentes, de las auxiliares, de los enfermeros, todos son atentos. Si pides algo, ahí están para complacernos. Un día le pedí a la compañera de servicios que le pasara un paño a la tasa para sentar a mi padre, y eso fue con un amor que acudió, que no hay palabras para describir esa dedicación que tienen» dice con orgullo.

pacientes hospitalizadas
Pacientes descansando luego de ser medicadas en la Sala B

Y en esencia, es real que en la Sala B es insuperable la atención, realmente fue imposible sacar una opinión negativa de ese servicio, por lo menos de lo que es más importante: la sensibilidad y dedicación de quienes salvan vidas.

Lo más cercano a una insatisfacción fue un ligero bache que hubo el pasado fin de semana con la disponibilidad de Interferón, sin embargo, en menos de 24 horas ya los pacientes tenían el pinchazo del potente fármaco que fortalece el sistema inmunológico. Aun así, destacan que no faltó la información, las aclaraciones… «Una buena comunicación ayuda mucho» refiere Daimara Pérez Fonseca, ingresada junto a su hijo.

¿Qué tiene la Sala B entonces que la hace tan especial? «Es control constante, es llegar cada día aquí, recorrer los cubículos, conversar con los pacientes y acompañantes, preguntarles sus inquietudes, chequear que se estén cumpliendo todas las indicaciones médicas, es revisar el uso que se les da a los medicamentos y no perderse ningún detalle del proceso asistencial» responde la Licenciada Yadimir González Vega, enfermera Jefa de Sala.

Y no es que no haya carencias ahí en la Sala B, principalmente lo que más golpea es el oxígeno, vital para la reanimación de los pacientes con agravamiento de síntomas respiratorios, reconoce la Doctora Yaneysi Lozada Sánchez, Directora de Salud en Jobabo.

La institución hospitalaria demanda más de 10 botellones diarios como mínimo, pero la disponibilidad solo permite entre cinco y seis cilindros por jornada. Es por ello que, si bien se reconoce que la sala B es la primera línea contra la muerte de las personas contagiadas, resulta triplemente necesario la vitalidad, funcionamiento, organización y articulación del resto de los servicios asistenciales de prevención y tratamiento.

atención
Los pacientes que comienzan con sensación de falta de aire en su mayoría requieren de oxígeno y en algunos casos de una intubación, método mucho más agresivo.

¿Qué se dice más allá de la sala B?

Desde la todavía insuficiente percepción de riesgo que va subiendo la parada en contagios que acumula en los primeros 20 días de agosto más de 200 casos positivos confirmados (el doble de todos los meses anteriores de pandemia), hasta la necesaria coherencia en el quehacer organizativo son cuestiones que demandan atención por el grupo multisectorial que coordina el enfrentamiento de la COVID-19.

«Necesitamos más atención, que haya más apoyo de los dirigentes» expresa el enfermero Eider Chacón Santiesteban.

No fue necesario salir de la Sala B para encontrar opiniones contrapuestas. Si bien el jobabense Francisco Madruga elogió el trabajo de los galenos que le atendían en ese momento cuestionó sin tapujos la labor que se lleva a cabo en el Centro de Aislamiento situado en el Politécnico Manifiesto de Montecristi.

«Me disgustó mucho la atención allí. Me sentí mal, tuve que mandar a buscar varias veces al médico, no tenían ni pastillas ni nada, tuve que empezar a sentirme mal si no ni me traen hasta aquí (a la Sala B). También en la otra sala puede ver algo que me molestó mucho: un hombre con una honda puesta, pidió agua y al otro día fue que le dieron agua. Aquí es otra cosa, muy diferente» explica.

Florángel Santiesteban, del asentamiento de San Antonio, también tuvo su encontronazo antes de caer en la Sala B, y como él, otros pacientes han contado sus buenas y malas experiencias.

Pero, de todo ello, lo más preocupante es el Centro de Aislamiento en el Politécnico, que en realidad es la primera línea de combate por la vida una vez siendo contacto, o sospechoso o positivo a una tira rápida. En esa instalación, no pocas veces saturada de personas, se requiere más control y organización, y más personal asistencial y de servicio.

voluntarios en el centro de aislamiento
Desde que abrió el centro de asilamiento una buena parte de las labores de servicios las realizan voluntarios de diferentes sectores, pero al prolongarse tanto tiempo y crecer el número de personas aisladas hoy se requiere de más personal que asista a prestar su apoyo.

Problemas de limpieza, insuficiencias en la atención médica, mala clasificación para ubicar a los pacientes, falta de comunicación… todo ello ha sido de una u otra forma exteriorizado por no pocos comentarios. Y quejas, claro que han existido quejas, unas bien tratadas y otras pendientes.

área de aislamiento en el politécnico
Pacientes aislados en uno de los bloques de albergues del Politécnico Manifiesto de Montecristi de Jobabo

«Me preocupa mucho que uno llega aquí a veces con síntomas y no te aplican nada, no te dan ni siquiera un cocimiento o una pastilla, nada, solo cuando se confirma el PCR que trasladan a uno de lugar es que comienza el tratamiento y eso es tiempo perdido, más cuando se sabe que los resultados están retrasados» comenta una paciente aislada.

Otro ejemplo viene de un grupo de trabajadores del Banco de Crédito y Comercio, aislados ahí en espera de un resultado que se les aseguró no pasaría de seis horas y transcurrieron seis días sin la debida respuesta, ni siquiera una explicación. Finalmente resultaron positivos, conocimos de última hora.

A ello se suma una llamada telefónica de un familiar preocupado por la cantidad de pacientes para solo dos médicos de guardia. El que sabe de medicina es consciente que resulta imposible que un médico pueda atender con calidad a 70 u 80 pacientes, la mayoría de las veces sin los medios de protección necesarios.

«No pocos análisis han sacudido algunos problemas, a todos los niveles, y comprendemos que los médicos lo están dando todo, pero quedan muchos problemas, unos que son nuestros porque debemos ser más responsables, y otros que requieren más que de recursos, de coordinación aquí en el municipio, que quienes dirigen entren a la zona roja a ver qué sucede, que conversen con los pacientes y con el personal de salud, y así salen muchas mejores ideas para que la pandemia no nos trague» refiere un paciente.

«No es secreto para nadie que los protocolos en la atención al paciente van sufriendo cambios, en el caso del centro de aislamiento para sospechosos de baja complejidad se mantiene en primer lugar la observación (en la aparición de signos y síntomas de gravedad) seguido del tratamiento sintomático y de base de aquellos que tienen patologías compensadas, hasta el resultado del PCR donde cambian de categoría y son trasladados o dados de alta. El tratamiento con Nasalferon e Interferón se está conservando solo para pacientes de alta complejidad y confirmados» explica la directora de Salud.

medicamentos
La escasa disponibilidad de medicamentos en la red de farmacias, y algún desenchuche en el tratamiento a los pacientes aislados repercute en opiniones negativas de la atención médica

Lo más importante es la prevención, cortar los contagios, pero ahora mismo, la cadena es larga y hay más de 200 PCR pendientes. Entonces, lo que resta, aparte de intensificar la prevención, es lograr que todo fluya con agilidad en los centros de aislamiento, los diferentes servicios médicos a pacientes confirmados y que se tome esa experiencia que conduce muy bien la Sala B, pues no se concibe que las comparaciones inclinen la balanza a un solo lugar cuando debería mantenerse en equilibrio. Más, cuando la vida de la gente está en riesgo constante y el personal médico está respondiendo a pecho limpio.

/mga/

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