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Yanara Soriano Díaz: una puerta siempre abierta

Convencer a Yanara Soriano Díaz para que me concediera una entrevista fue una guerra de desgaste hasta que por fin gané. Mi amiga -querida como a una hermana- opta por pasar desapercibida ante el mundo que la circunda, si pudiera usar una capa de invisibilidad lo haría pero es imposible que alguien deje de notar tanto talento y humildad, mucho menos yo, que la conozco desde hace alrededor de 20 años.

“Yani”, como le digo yo, actualmente atiende a pacientes positivos a la Covid-19 en el Campus Pepito Tey de la Universidad deLas Tunas. Tiene 24 horas cada dos días para hacer lo que más ama, luchar por la vida. En ese lapso de tiempo pueden suceder muchas cosas, cosas que cambiarían su destino y el de los suyos, pero allá va.

En la academia estudió el comportamiento de algunos de los virus más violentos como el VIH o el Ébola, los protocolos a seguir, pero quién le iba a decir que su prueba de fuego sería una pandemia provocada por un enemigo desconocido. El coronavirus supone un reto para Yanara, quien a solo dos años de egresada de la carrera de medicina ha debido postergar sueños, superación en otras materias, atención a su familia y a sí misma, y horas de descanso.

Por eso y por otras responsabilidades asociadas al cumplimiento de su deber como galena, Yanara no aumenta una libra. Quizás esa necesidad de hacer las cosas a la perfección en un mundo imperfecto, donde el orden queda en segundo plano, sean para ella un arma de doble filo. Quizás no, es así.

Durante estas jornadas ha debido probarse a sí misma como ser humano y profesional, porque para salvar vidas se necesita de estos dos componentes esenciales: conocimiento y sensibilidad, algo que ella tiene de sobra.

“Trabajar con pacientes sintomáticos es un reto y no solamente por la parte de la asistencia médica que hay que brindarles, sino también porque estas personas están lejos de sus casas, de sus familias y además de padecer la enfermedad se afectan psicológicamente. Nosotros estamos en el deber de brindarles apoyo emocional”.

Solo los que sienten en sus huesos el miedo y lo enfrentan pueden hablar de coraje. Yanara Soriano Díaz es de esas valientes que en la zona roja cumple su cometido en esta tierra y salva vidas.

“¿Miedo? Creo todo el mundo en algún momento ha sentido algo de temor, sobre todo por sus seres queridos, por la posibilidad de enfermar a otros, pero hay que trabajar, confiar en Dios y cuidarnos en todo momento.

“Alejarnos de nuestra familia en estas circunstancias es de las cosas más difíciles que enfrentamos los médicos por estos días, pero es reconfortante saber que todo el sacrificio es para ayudar a otros. Ver a los pacientes recuperados es el mayor aliciente para nosotros”.

Muchos cubanos deciden quedarse en casa en estos tiempos en que el coronavirus arremete con cepas más fuertes, contrariamente los médicos salen de sus hogares y van directo a la zona roja a salvar vidas. A un lado quedan los asuntos familiares, las necesidades personales, los problemas del día a día. El médico solo ve en su camino al virus enemigo.

“Todos hemos tenido que hacer a un lado nuestras responsabilidades en el hogar pero eso es parte de la tarea de ser médicos, fue lo que escogimos cuando comenzamos la carrera. Ayudar a otros es el sentido de nuestra profesión, es por lo que estamos aquí y por lo que seguiremos trabajando”.

Ella cree en Dios, quizás desde una postura más científica que etérea y anular su creencia en este escrito sería desleal, por eso asumo e interpreto la obra de Yanara como quizás ella lo haría. Allá arriba se deciden los destinos, pero abajo se lucha por ellos.

Mi amiga doctora recuerda en los días tempestivos los Consejos de Esculapio, quien fuera el médico de los romanos en el siglo XV a.c. y cuyo báculo o bastón hoy se erige como el símbolo de la medicina en todo el mundo. Justo al inicio de las sentencias dice: «Tienes que renunciar a la vida privada. La mayoría de los ciudadanos pueden, terminada la tarea, aislarse lejos de los importunos, tu puerta quedará siempre abierta a todos: de día y de noche».

“Antes de comenzar la carrera alguien me leyó estos consejos y realmente no sabía a lo que se refería hasta que me enfrenté a la realidad. Es difícil, sí, pero es hermoso y estamos aquí para cumplir nuestro deber”.

/nre/

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