Las Tunas.- La iconografía muestra a Vilma Espin Guillois siempre sonriente, amable, tierna. Mujer culta y hermosa que dio pruebas, muchas veces, de su determinación y valor.
Este 18 de junio, en el aniversario decimocuarto de su partida física, Cuba recuerda a la santiaguera que cambió la comodidad de su casa para irse a la agreste Sierra Maestra a luchar, fusil en mano, por sus principios martianos.
Tras el triunfo de 1959, la guerrillera se trasformó en dirigente política y emprendió otra lucha también difícil, la de las legislaciones que desde los primeros años de la Revolución clamaron por un papel más protagónico de las féminas dentro de la sociedad.
Fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular y miembro del Consejo de Estado.
Tan grande y amplia es su obra que el resultado puede verse en cada círculo infantil, en cada joven federada y en cada mujer empoderada que se empina hoy para reclamar sus derechos.
Ella demostró con su ejemplo personal que cada mujer puede escoger el campo de su realización personal, ya sea en los estudios, el trabajo, la maternidad o en el amor.
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