Hoy es 25 de mayo, Día de África. Esta es una celebración que nació en 1963. En ese entonces 32 líderes de estados africanos se reunieron en la capital de Etiopía, Addis Abeba, para fundar la Organización de la Unidad Africana (OUA), hoy Unión Africana (UA). Es un día histórico porque marca la fecha de inicio de la historia de diferentes países y culturas del continente.
La efeméride, por la fuerza de los propios pueblos africanos, se convirtió en el Día Mundial de África, en el que festejan los logros del continente, pero, sobre todo, los desafíos que tienen por delante.
Y aquí está una parte de África, de su gente humilde, y de una brigada de médicos cubanos que en el momento de las imágenes preservaban la salud de la población.
Ningún médico de otra parte del planeta, ni por millones de dólares, hace lo que los galenos de Cuba. Ellos se sacrifican durante dos años en las más terribles condiciones, alejados de sus familias, perdiéndose muchos los mejores años de las vidas de sus hijos, por el solo hecho de salvar a otros niños a los que les ha tocado un mundo incierto, y a esos adultos que hoy agradecen a quienes escriben para el mundo una de las páginas de altruismo que nadie había conocido jamás.
Estoy seguro de que en Centroamérica también los profesionales cubanos realizan grandes hazañas; pero África es diferente, porque incluso la pobreza, el medio y la idiosincrasia son diferentes. Ello hace más admirable la proeza de los médicos que hoy laboran por ese continente, silencioso o silenciado, llenando de amor cada hospital y comunidad, rompiendo con su simiente el silencio de la tierra roja.
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