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Arleti: el desafío de vencer al monstruo invisible

La miro fijamente y trato de descubrir lo que piensa a través de sus ojos, para nada cansados, y por el contrario, llenos de brillo. Entonces, le hago la primera pregunta de esta historia de vida protagonizada por una joven de estos tiempos.

El día que acabe la Covid-19 o que termines esta misión, ¿qué es lo primero que vas a hacer?

«Sinceramente, estar con mi familia, es lo que más añoro. Disfrutarla todo el tiempo, y ya. Qué puedo decir. Es una experiencia dura, difícil, pero nos hace más grandes. Aunque no lo creamos cuando todo esto termine miraremos hacia atrás y vamos a decir: ´cuántas cosas tuvieron que pasar para ser mejores personas´».

Arleti Lluch Peña, especialista de primer grado en Medicina General Integral, no ha dudado en responder la interrogante. Lleva más de un año en la lucha contra la Covid-19, atendiendo pacientes sospechosos, positivos o contactos. Y como jefa de un equipo del hospital Los Cocos, donde ingresan los sospechosos o positivos asintomáticos y de bajo riesgo, en las afueras de la ciudad de Las Tunas, siente que ha crecido como profesional y también como persona.

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«Es espectacular, muy dinámico y fuerte el trabajo, pero me ha enseñado mucho. He adquirido la experiencia que no se obtiene en una rotación en los seis años de la carrera, se logra aquí, chocando, laborando en este lugar. Cada quien debe tener su propia vivencia en los centros de aislamiento, en Cuba, y en el resto del mundo según los protocolos de los países».

Estamos en Los cocos. El equipo de Arleti acaba de entrar al hospital y tienen 10 días de duro trabajo por delante, con muy poco descanso, aunque esté conformado por cuatro médicos, varias enfermeras y otras profesionales la labor es de 24 horas, desgastante y con mucha tensión. Y recuerda cómo comenzó todo, en una batalla que se ha extendido en el tiempo.

Arleti: nunca se nos quita el miedo frente la covid-19
Sin nasobuco, Arleti muestra la bondad de su rostro, el que sus pacientes no pueden ver, pero reconocen.

«Recuerdo estar de guardia el 11 de marzo de 2020 cuando se reportaron los tres primeros casos de Covid-19 en Cuba y a finales de ese mismo mes fui llamada para participar en los equipos de trabajo de los centros de aislamiento. Yo comencé en el centro de la Universidad Lenin, en el Club familiar y ahora en Los Cocos».

Durante un año luchando de frente contra la pandemia no han sido pocos los momentos difíciles ante el peligro real de la muerte de los pacientes y de contagiarse. Arleti piensa un instante sobre esta situación y reflexiona:

«Han sido muchos, pero creo que este es el momento más difícil, con una situación epidemiológica muy compleja, con un mayor número de pacientes y más probabilidad de aparecer casos positivos. Hemos tenido compañeros que han enfermado y, por lo tanto, existe una mayor tensión porque nosotros también podemos enfermar».

¿Cuáles han sido las mejores experiencias en este largo año?

«Aquí solo tenemos objetivos bien fijos: el rescate del paciente, que es el principal, y cuidarnos para no enfermar. Nosotros estamos agradecidos con el país, lo que se ve aquí no pasa en otro lugar del mundo. Aislar a una persona, darle el tratamiento que merece y requiere, y hacerla sentir bien, y sin costo alguno, eso solo se ve en Cuba. Y es muy emocionante porque mañana cualquiera de nosotros puede ser un paciente, y saber que vamos a tener esos buenos tratos, de manera gratuita y sin dar nada a cambio, nos hace trabajar con mucho más amor».

En los seis años de la carrera de Medicina Arleti nunca imaginó enfrentarse a situaciones como las de ahora, en todo un año cargado de emociones, miedos, peligros.

«Tengo varias anécdotas. Muchos pacientes y vivencias, esto es una escuela, nosotros rotamos seis años por varias especialidades y estudiamos muchas ramas de la Medicina, pero nada te enseña ni te prepara para este tipo de eventualidades.

«He conocido mucha gente bonita y he aprendido de ellas. Puedo decir que en mis años de estudio de la carrera no había compartido con profesionales de tanta sabiduría y no aprendí como lo hice en este año. Si tuviera que armar un equipo me sería muy difícil por la cantidad de gente buena que hay».

¿Cómo llevas la relación con tu novio?

«De hecho yo lo conocí en estas circunstancias, hace un año, y me ayuda mucho; él y mi familia. En lo personal puedo decir que estar lejos de ellos es lo más complejo. Levantarme el día que entraré por primera vez en una rotación de 10 jornadas y más, trabajando fuera de la casa, sin contar el aislamiento, y tener que decirles un hasta luego, es muy difícil. Por suerte, cuento el apoyo que, sinceramente, es muy importante para quienes trabajamos aquí. Y me siento muy afortunada por tenerlo a él y a mi papá, incluso cuando creo que no doy más porque estoy demasiado cansada, ellos son los que me impulsan a seguir».

Los jóvenes tienen muchos deseos de salir, divertirse. Arleti, con sus 27 años no es la excepción, más cuando se ha pasado la vida estudiando.

«Cuando otros iban a divertirse yo tenía que quedarme estudiando y ahora con la Covid-19 tampoco es fácil, una piensa que la vida se va a acabar en cualquier momento; hoy estamos aquí pero mañana no sabemos y es verdad que la enfermedad impide recrearnos, pero esto es lo que me toca y me siento bien. Habrá momentos, por eso debo luchar y cuidarme para vivirlos».

¿La mayor enseñanza en este tiempo?

«Se la digo a todo el que es o quiere ser médico: tiene que gustarte la Medicina para desempeñarla bien,  darle la atención que requiere el enfermo aun con miles de problemas y tensiones en la cabeza. Y estar bien pendientes y reconocer cuándo ese paciente necesita esa ayuda porque su vida está en nuestras manos, y una pérdida representa el dolor irreparable en toda la familia».

Arleti tiene que irse porque debe comenzar a trabajar con su equipo. Le pido que se quite el nasobuco para tomarle una foto y descubro un rostro tierno, a pesar de la tensión y el cansancio en este último año. Y en sus ojos se refleja la valentía y la decisión de esta juventud que sostiene muchos de los campos del saber humano en la provincia de Las Tunas y el país. Ella es una de las valientes que lucha por un mundo mejor, sano. Y un día después de la Covid-19, correrá a abrazar a su familia, a su novio, y disfrutará como nunca ese y muchos otros momentos, con la satisfacción de haber crecido en todo, de haber vivido una etapa trascendental para la humanidad.

/mga/

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Miguel Díaz Nápoles
Miguel Díaz Nápoles
Periodista, fotorreportero, realizador de cine, radio y TV, profesor universitario. Master en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana. Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en Las Tunas. Conferencista sobre temas de Comunicación, Periodismo e Internet. Premio Nacional de Periodismo hipermedia 26 de Julio en 2006 y 2007. Ha sido galardonado en varias ocasiones con el Premio Provincial Ricardo Varela Rojas por la obra del año y de Periodismo Ubiquel Arévalo Morales y en otros certámenes del sector. Fue reportero del diario 26. Durante el 2001 le dio cobertura informativa a la labor de los médicos cubanos en Ghana, en el África Subsahariana y sobre sus experiencias escribió el libro Hacia el reino del silencio, publicado en 2008 por la Editorial Pablo de la Torriente Brau, de la Unión de Periodistas de Cuba. En 2000 creó Tiempo21, edición digital de los Servicios Informativos de Radio Victoria. Productor del largometraje Los Cuervos y el cortometraje Homoerectus, de producciones Acoytes-Uneac, Las Tunas. Durante 2016 y 2017 se desempeñó como editor de contenido de la Dirección General de Multimedia en Español, y de las Mesas de Redacción y Asignaciones del canal multiestatal TeleSur, en su sede central de Caracas, Venezuela.

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