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El cazador de alacranes

Adiel Martínez Pérez lleva 10 años cazando alacranes por la vida, porque sabe que de su noble labor depende en parte el veneno que sirve para combatir el cáncer. Y anda por los montes en busca de esos escorpiones que impresionan por su místico y ancestral aspecto y la ponzoña siempre lista para atacar que hinca, duele y es capaz hasta de matar.

¿Usted es valiente ante los alacranes?

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]«Bueno… yo me cuido de ellos, les tengo respeto y hasta miedo, y me han picado unos cuantos. El último que me picó fue en el cuello. Estaba en medio del monte y me dio hasta asma, tuve mucha falta de aire, lo que pasa es que siempre llevamos el medicamento para contrarrestar el veneno y cuando lo tomé se me fue pasando, me controlé, pero bueno los respeto, les tengo miedo, aunque los busco y los cazo.[/penci_blockquote]

¿Cuál es el procedimiento para cazar alacranes?

«Llevar pinzas, cazar en áreas autorizadas por el Citma (Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente), que no sean áreas protegidas, y aunque tenemos una carta que nos autoriza en esas áreas casi nunca vamos a esas zonas».

¿Cuáles son las áreas fundamentales en las que caza?

«Donde haya bastante guano, en Amancio en un lugar que se llama Santa Amalia».

¿Usted es de Las Tunas?

«Soy de Manatí pero vivo aquí en Las Tunas, viajo por mi cuenta a las áreas de caza, casi siempre voy con un compañero y nos quedamos siete u ocho días en el monte mientras cazamos. En Santa Amalia tenemos un rancho en el que nos quedamos y cocinamos. Lo hacemos todo».

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]Escuche entrevista con Adiel[/penci_blockquote]

¿Cómo sabe dónde está el alacrán?

«En las áreas donde hay mucho guano las pencas se caen y se hacen como unos colchones. Con un gancho vamos levantando las pencas de guano y con pinzas agarramos a los animales, que vamos echando en pomos y en cubetas que llevamos. Nos pasamos un día entero en eso y caminamos kilómetros y kilómetros en el monte».

¿Siempre de día?

«Siempre, aunque se dice que de noche es cuando ellos aparecen más, pero es muy peligroso».

¿Qué tamaño deben tener?

«Son grandes, tienen que ser grandes, por encima de los cinco centímetros de largo. En ese monte de Santa Amalia están los alacranes más grandes que he cazado».

¿Cómo es el proceso de devolución a la naturaleza después de su etapa productiva?

«Ellos están un año en el escorpionario de Labiofam. Durante ese tiempo se le saca el veneno mensualmente, y después se liberan en la misma área de donde se cazaron».

¿Y por qué en la misma área?

«Nosotros los marcamos para saber de qué áreas son, y se devuelven a su lugar de origen, porque las hembras llegan aquí preñadas, y cuando paren las ninfas se liberan en el área que cazamos, porque es su medio».

¿Tienes alguna herencia de cazador de alacranes?

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]«Yo empecé por un primo mío que trabaja en Labiofam y él fue quien me motivó por la caza de alacranes. Me dijeron que en Labiofam se compraban alacranes y me interesó. Me fui para el monte y la primera vez cacé 23. Ahí seguí cazando y fue pasando el tiempo y cada vez cazaba un poquito más. Con la experiencia aprendí a determinar cuál era el monte que más tenía y hacia allá iba. Yo laboraba en Salud Pública y cazaba los fines de semana, en mi tiempo libre, hasta que al final me quedé en Labiofam».[/penci_blockquote]

¿Cuántos alacranes ha cazado en 10 años?

«Uff, imagina. Deben andar por los 100 mil, porque hay meses que he entregado más de tres mil».

¿Y su familia qué dice?

«Ellos se asombran cuando ven que llego con la cubeta llena de alacranes, y la destapo y huyen, se erizan como decimos».

¿Cuál es la mayor satisfacción del cazador de alacranes?

«Cazar muchos. Llegar al rancho con la cubeta llena. Eso es para salvar vidas, porque el veneno se usa en el medicamento Vidatox. Estoy satisfecho, sí, muy satisfecho».

Adiel es un hombre admirable. Sencillo, locuaz, noble, sabe que su trabajo, aunque peligroso, es importante porque de él depende el veneno que salva, el mismo que es bueno contra el cáncer. Y por ello anda por ahí, por esos montes, donde siempre hay una ponzoña lista para atacar, pero él se las arregla para seguir dando su aporte por la vida.

/nre/

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Miguel Díaz Nápoles
Periodista, fotorreportero, realizador de cine, radio y vídeo, profesor universitario. Master en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana. Vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en Las Tunas. Conferencista sobre temas de Comunicación, Periodismo e Internet. Premio Nacional de Periodismo hipermedia 26 de Julio en 2006 y 2007. Ha sido galardonado en varias ocasiones con el Premio Provincial Ricardo Varela Rojas por la obra del año y de Periodismo Ubiquel Arévalo Morales y en otros certámenes del sector. Fue reportero del diario 26. Durante el 2001 le dio cobertura informativa a la labor de los médicos cubanos en Ghana, en el África Subsahariana y sobre sus experiencias escribió el libro Hacia el reino del silencio, publicado en 2008 por la Editorial Pablo de la Torriente Brau, de la Unión de Periodistas de Cuba. En 2000 creó Tiempo21, edición digital de los Servicios Informativos de Radio Victoria. Productor del largometraje Los Cuervos y el cortometraje Homoerectus, de producciones Acoytes-Uneac, Las Tunas. Durante 2016 y 2017 se desempeñó como editor de contenido de la Dirección General de Multimedia en Español, y de las Mesas de Redacción y Asignaciones del canal multiestatal TeleSur, en su sede central de Caracas, Venezuela.

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